LA HERMOSURA DE JEHOVÁ

Y sea la hermosura de Jehová nuestro Dios sobre nosotros. (Sal. 90: 17, VM.)

Dios ama lo hermoso, pero lo que más le agrada es un carácter bello... La hermosura de carácter no perecerá, sino que perdurará a través de los infinitos siglos de la eternidad.

El gran Artífice Maestro pensó en los lirios, haciéndolos tan hermosos que superan la gloria de Salomón. ¡Cuánto mayor interés ha de tener por el hombre, que es la imagen y gloria de Dios! Anhela ver a sus hijos revelar un carácter según su semejanza. Así como el rayo del sol imparte a las flores sus variados y delicados matices, imparte Dios al alma la hermosura de su propio carácter.

Todos los que eligen el reino de amor, justicia y paz de Cristo, considerando sus intereses superiores a todos los demás, están vinculados con el mundo celestial, y son dueños de toda bendición necesaria para esta vida. En el libro de la providencia divina, el volumen de la vida, se nos da a cada uno una página. Esa página contiene todo detalle de nuestra historia. Aun los cabellos de nuestra cabeza están contados. Dios no se olvida jamás de sus hijos.

La ostentación mundana, por imponente que sea, carece enteramente de valor a los ojos de Dios. Por encima de lo visible y temporal, él aprecia lo invisible y eterno. Lo primero no vale sino para expresar lo segundo. Los productos más escogidos del arte no tienen belleza comparable con la del carácter, que es el fruto de la obra del Espíritu Santo en el alma... Cristo vino a la tierra, y se presentó ante los hijos de los hombres con el amor acumulado de la eternidad, y éste es el tesoro que, por medio de nuestra unión con él, hemos de recibir para manifestarlo y comunicarlo...

Hemos de quedar distinguidos del mundo porque Dios imprimió su sello sobre nosotros, y porque él manifiesta en nosotros su propio carácter de amor.

E.G.W.

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