AHORA EL LIBRO DE DANIEL ESTA ABIERTO PARA ESTUDIARLO

"Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará" (Dan. 12: 4).

Se necesita un estudio mucho más profundo de la Palabra de Dios; especialmente los libros de Daniel y el Apocalipsis debieran recibir atención como nunca antes en nuestra obra. Bien podremos tener menos que decir sobre algunos temas referentes al papado, pero debemos llamar la atención a lo que los profetas y los apóstoles escribieron bajo la inspiración del Espíritu de Dios.
Leed el libro de Daniel. Recordad punto por punto la historia de los reinos que allí se presenta. Contemplad a los estadistas, los concilios, los ejércitos poderosos, y ved cómo Dios obró para abatir el orgullo humano y humilló hasta el polvo la gloria humana. Sólo Dios es presentado como grande. En la visión del profeta se lo ve derribando a un poderoso gobernante y colocando a otro. Se lo revela como el Monarca del universo que está por establecer su reino eterno: el Anciano de días, el Dios viviente, la Fuente de toda sabiduría, el Gobernante del presente, el Revelador del futuro. Leed y comprended cuán pobre, cuán frágil, cuán efímero, cuán falible, cuán culpable es el hombre que eleva su alma a la vanidad...
La luz que Daniel recibió directamente de Dios le fue dada especialmente para estos últimos días. Las visiones que tuvo a orillas del Ulai y del Hidekel, los grandes ríos de Sinar, ahora están en el proceso de su cumplimiento, y pronto habrán sucedido todos los acontecimientos predichos.
Considerad las circunstancias de la nación judía cuando las profecías de Daniel fueron dadas. Los israelitas vivían cautivos, el templo había sido destruido, los oficios religiosos del templo se habían suspendido. La religión hebrea se había centrado en las ceremonias del sistema sacrificial. Habían hecho de las formas exteriores algo muy importante, en tanto que habían perdido el espíritu de la adoración genuina... El Señor permitió que fueran llevados cautivos, que se suspendieran los servicios del templo, a fin de que las ceremonias exteriores no llegaran a ser la suma total de su religión... La gloria exterior fue quitada, para que la espiritual se pudiera revelar...
Cuando en lo antiguo Dios daba luz a su pueblo, no obraba exclusivamente por una sola categoría de individuos. Daniel era príncipe de Judá. Isaías era también de estirpe real. David y Amós eran pastores de ganado; Zacarías era un cautivo vuelto de Babilonia; Eliseo era labrador. El Señor suscitaba como representantes suyos a profetas y príncipes, nobles y plebeyos, y les enseñaba las verdades que debían transmitir al mundo. (Carta 57, 1896).

E. G. W.

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