SOMOS SANTIFICADOS POR MEDIO DE LA VERDAD EN JESÚS

"Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad" (Juan 17:17).

Todo soldado comprometido en el conflicto espiritual debe ser valiente en el Señor. Los que luchan por el Príncipe de la vida deben apuntar sus armas hacia fuera y no formar un cuadrado hueco desde el cual dirigir sus proyectiles destructores hacia quienes están sirviendo bajo el estandarte del Príncipe Emanuel. No tenemos tiempo para estar hiriéndonos y derribándonos unos a otros. Cuántos hay que necesitan escuchar las palabras de Cristo a Nicodemo... "El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios"...
Hay muchos que afirman ser seguidores de Cristo, cuyos nombres figuran en los libros de la iglesia, aunque no han sido baluartes en la iglesia. Ellos no han sido santificados en la verdad... Es al recibir la verdad con sencillez y practicando la verdad como se santifica el alma... Aquellos que han de ser santificados en la verdad escudriñen, cuidadosa y devotamente, el Antiguo Testamento y el Nuevo para que conozcan la verdad...
Los que se han convertido verdaderamente a Cristo deben mantenerse constantemente en guardia para no aceptar el error en lugar de la verdad. Los que piensan que no importa mucho la doctrina que uno crea, en tanto se acepte a Jesucristo, están en un terreno peligroso. Hay algunos que consideran que son aceptos delante del Señor obedeciendo otra ley que la ley de Dios --cumpliendo otros requisitos que los especificados en el Evangelio-- como si estuvieran obedeciendo los mandamientos. Estos están bajo engaño mortal y a menos que renuncien a su herejía y armonicen con los requisitos divinos, no llegarán a ser miembros de la familia real...
Los que dicen ser santificados y no obedecen las palabras de autoridad divina pronunciadas desde el Monte Sinaí, manifiestan que no ofrecen a Dios la obediencia que el Legislador requiere. "Sin mí --dice Cristo--, "nada podéis hacer". La provisión para nuestra perfección se encuentra en la unión con Cristo. "Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad"...
¿Qué de placentero podría tener el cielo para aquellas almas que no fueron atraídas a Jesús en esta vida, para estudiar su carácter y estar con él en la vida futura? Estos habrían de preferir estar en cualquier otra parte excepto en la presencia y compañía de Jesús en quien nunca se deleitaron. Ellos no lo conocieron mientras estuvieron en el mundo y no aprenderán a conocerlo en el cielo (Manuscrito 40, 1894).

E. G. W.

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