ESTEBAN, EL PRIMER MÁRTIR CRISTIANO

"Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo" (Hech. 7:57, 58).

Esteban fue el primer mártir cristiano... Los enemigos de Dios y de la verdad se muestran agitados por el odio y la oposición. Satanás los ha impulsado a resistir la verdad. Esteban habría de enfrentarse a los argumentos más arteros y las argucias más engañosas destinadas a derribar sus argumentos. Si Esteban no hubiera investigado en las Escrituras y se hubiese fortalecido con la evidencia de la Palabra de Dios, no habría podido soportar la prueba; pero él conocía los fundamentos de su fe y fue firme y estuvo preparado para responder a sus oponentes.
Esteban emergió victorioso. Habló con una convicción, una sabiduría y un poder que asombraron y confundieron a los enemigos de la verdad. Cuando notaron que se encontraban derrotados en cada uno de sus intentos, entonces se inclinaron por destruirlo. Si estos hombres que profesaban ser honestos y sabios hubieran estado buscando la verdad, habrían admitido que estaban ante una evidencia irrefutable... Pero, este no era el propósito de ellos. Odiaban a Cristo, odiaban a sus seguidores; por ende, lapidaron a Esteban (Manuscrito 17, 1885).
Esteban, un varón amado por Dios que se desempeñaba en la labor de ganar almas para Cristo, perdió su vida porque se atrevió a ofrecer un testimonio triunfante de su Salvador crucificado y resucitado. Las Escrituras lo señalan como un hombre de fe y poder, que realizó maravillas y milagros en medio de la gente.... Pero el espíritu que se había manifestado en abierta oposición al Redentor del mundo aún trabajaba en medio de los hijos de la desobediencia. El odio que los enemigos de la verdad habían manifestado contra el Hijo de Dios, lo manifestaban hacia sus seguidores. Ni siquiera podían escuchar de Aquel a quien habían crucificado, y el hecho de que Esteban se atreviera a dar un testimonio tan valiente, los llenaba de ira...
En la luz que vieron reflejada en el rostro de Esteban, los hombres de autoridad tuvieron una señal de Dios. Pero despreciaron dicha evidencia. ¡Oh, si la hubieran atendido! ¡Oh, si se hubiesen arrepentido! Pero no lo hicieron y el reproche divino brotó de los labios de su fiel testigo: "¡Duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo. Como vuestros padres, así también vosotros"...
He aquí dos ejércitos en conflicto. El ejército del cielo y el ejército de los falsos religiosos celotas. ¿De qué lado se alistaría este grupo? Era posible todavía que se arrepintieran y fueran perdonados de la terrible maldad que hicieron contra Cristo en la persona de su santo varón (Manuscrito 11, 1900).

E. G. W.

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