Luz para el camino


Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino. Salmos 119:105.

En 1973 se realizó en la ciudad de Belo Horizonte, Brasil, un gran congreso de jóvenes organizado por el Pr. Assad Bechara. El pastor le había pedido a Costa Junior que compusiera el himno oficial del congreso, cuyo tema debía ser "Piedras". Pero el tiempo pasaba y la inspiración no aparecía por ningún lado. El joven compositor, que había intentado inútilmente componer el himno, sentía la presión del tiempo porque la fecha del congreso se acercaba inexorablemente.

Una noche, después de regresar de las clases en la Facultad de Música de San Pablo, Costa Junior se arrodilló y le pidió a Dios que le diera la música sobre el referido tema. Al terminar la oración oyó con mucha claridad una voz que le decía: "Ve a la Biblia".

Era casi medianoche cuando comenzó a buscar en la Biblia todo lo que tuviera que ver con "piedras". Pero mientras sus ojos buscaban la palabra "piedra", su corazón encontró el brillo de la persona de Jesús. Se acordó de la Piedra Angular. Lo contempló en el silencio de la noche; se sintió conmovido, tocado, inspirado. El día casi amanecía y el himno estaba listo:

"Nosotros éramos como piedras de la calle,
pateadas, pisadas por los pies,
nos golpeábamos contra otras piedras,
rodábamos siempre del revés.

Hasta que caímos en el abismo,
sin forma, quebradas, sin luz,
quedamos en las tinieblas de la noche,
perdidas, a la sombra de la Cruz.

La piedra que los hombres quebraron,
llegó a ser la Piedra Angular,
la Piedra que fue rechazada,
es la Piedra que puede salvar.

Si llegares a perderte,
trata de encontrar a Jesús,
la Joya de las joyas, amigo,
es la Piedra que la vida traduce".

En muchas situaciones de la vida la Palabra de Dios puede ser una lámpara para nuestros pies y una luz para iluminar el camino. Aunque la Biblia es un libro que habla de historia, geografía, sociología y tantas otras cosas, es principalmente el libro del Cordero. Jesús es el personaje central de principio a fin. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis hay un hilo rojo que atraviesa cada una de sus páginas: es la sangre que un día fue derramada en la cruz del Calvario para librar al hombre de la muerte.

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