El fin puede ser fatal


Hay camino que al hombre le parece derecho, pero es camino que lleva a la muerte. Proverbios 14:12.

Hace ya quinientos años que, en un mes de octubre, Cristóbal Colón y un grupo de aventureros españoles descubrieron un nuevo mundo después de navegar durante meses. "¡Tierra, tierra!", exclamó Rodrigo de Triana, y de esa manera se descubrió América.

La historia del ser humano está caracterizada por una interminable sucesión de descubrimientos. Se descubrió la ley de la gravedad, la electricidad... Continuamente se descubren cosas y se espera descubrir muchas más. Hoy, por ejemplo, la ciencia lucha por encontrar el remedio definitivo contra el cáncer, trata de hallar el secreto de la eterna juventud y hasta procura ubicar nuevos mundos fuera del sistema solar.

En lo íntimo del ser humano hay una extraña fascinación por todo lo desconocido. Eso está en el corazón del anciano, del niño y del joven. Esa inquietud por descubrir nuevos horizontes, conquistar nuevas fronteras y abrir cada día las cortinas de lo desconocido, es buena, pero también puede ser fatal si está mal encaminada.

El otro día me buscó un joven de 25 años, pero cualquiera que lo mirara le daría por lo menos 40. Estaba acabado físicamente y era fácil saber la causa. Las drogas consumían lentamente su vida.

El peligro de las drogas no es apenas físico. Los estragos físicos vienen siempre acompañados del sentimiento de culpa y del complejo de fracaso. "¡Ayúdeme, por favor!", decía el joven. "Si hubiese sabido la desgracia que me esperaba, nunca habría comenzado a usar drogas. Yo sólo quería probar, descubrir nuevas sensaciones".

¡Descubrir nuevas sensaciones! ¿Crees que el precio es justo? Existen descubrimientos que valen la pena lo que cuestan. Hasta la propia vida podría ser entregada. Es el caso de Alexander Fleming, descubridor de la penicilina, que la probó en su propio cuerpo para salvar millones de vidas. Pero, ¿crees que vale la pena "descubrir nuevas sensaciones" entrando en el mundo de las drogas, o del homosexualismo, o de la promiscuidad, o de cualquier otro vicio, y pagar un precio tan alto?

¿Sabías que nadie se envicia porque quiere? Todo el mundo quiere "tan sólo Probar", "descubrir lo que hay detrás de eso . Cuando uno se da cuenta de la dependencia, a veces es demasiado tarde.

¿Por qué no aprovechar el ejemplo de la historia? ¿No te parece que las miles y miles de vidas arruinadas son un mensaje lo suficientemente persuasivo como para saber que no vale la pena escalar esa "montaña de nuevas sensaciones"?

Pr. Alejandro Bullón.

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