El Sol brilla más allá


Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; mas los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán. Isaías 40:30, 31.

El águila es usada como un símbolo de los que esperan y confían en el Señor. Esa ave es interesante desde su origen. Un pollo está listo para ser vendido en el mercado en nueve semanas; las águilas no. Éstas necesitan, como en el caso del águila real, hasta un año para volar solas. Los verdaderos cristianos son como las águilas: necesitan tiempo para madurar. Primero trigo, después hierba verde, finalmente fruto.

Podemos ver palomas, gaviotas y cotorras que vuelan en bandadas; las águilas no. Siempre están solas; como máximo, dos. Quedan allá en lo alto, mirando el azul infinito.

Desde lo alto se ve mejor el poder del cristiano, que muchas veces tiene que quedar solo por causa de sus principios. No tengas miedo de quedar solo. Generalmente el cristiano anda a contramano de la vida. Este mundo, con los moldes presentes, no fue hecho para el pueblo de Dios. Vuela alto, aunque los que vuelan alto no sean comprendidos. Cuando alguien no es comprendido, es temido; y cuando alguien es temido, es criticado y condenado.

¿Pensaste alguna vez adónde van las águilas cuando llega la tormenta? ¿Dónde se esconden? No se esconden. Abren sus alas, que pueden volar a una velocidad de hasta 90 km. por hora, y enfrentan la tormenta. Saben que las nubes oscuras, la tempestad y las descargas eléctricas pueden tener una extensión de 30 a 50 metros, pero allá arriba brilla el Sol. En esa lucha terrible pueden perder plumas, herirse, pero no temen y siguen adelante. Después, mientras todo el mundo queda a oscuras allá abajo, ellas vuelan victoriosas, en paz, allí arriba.

Finalmente, las águilas también mueren, pero ¿encontraste alguna vez un cadáver de águila? Es posible que, en esas carreteras de las reservas ecológicas, hayas encontrado algún cadáver de gallina, de perro o de paloma, o incluso de algún animal del monte, pero al cadáver de un águila no lo encontrarás. ¿Sabes por qué? Porque cuando sienten que llegó la hora de partir, no se lamentan ni quedan con miedo. Buscan con sus ojos el pico más alto, sacan las últimas fuerzas de su cansado cuerpo, vuelan hacia las cumbres inalcanzables y ahí esperan resignadamente el momento final. Hasta para morir son extraordinarias.

Tal vez por eso el profeta Isaías compara a los que confían en el Señor con las águilas. Tal vez hoy tengas delante de ti un día lleno de desafíos. Algunos de ellos pueden parecer imposibles de vencer, pero recuerda: descansa en el Señor, pasa tiempo con él y después sal a la lucha, sabiendo que más allá de la tormenta brilla el Sol.

Pr. Ajelandro Bullón

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