Ven y ve


Natanael le dijo: "¿De Nazaret puede salir algo bueno?" Respondió Felipe: "Ven y ve" S. Juan 1:46.

Nuestro texto presenta una pregunta y una respuesta. Ambas provienen de hombres sinceros y buenos. Natanael, un hombre devoto; Felipe, un honesto discípulo de Jesús. Pero Natanael era una pobre víctima del prejuicio. Si Felipe le hubiese dicho que Jesús venía de Roma o de Jerusalén, entonces Natanael lo habría aceptado sin problemas. Pero, ¿de Nazaret? ¿Podría salir algo bueno de esa ciudad pequeña y suburbana?

Hoy día existen multitudes que mueren por falta de Jesús en su vida. Necesitan de él, pero viven atadas a prejuicios de los cuales no se pueden librar.

El prejuicio tiene muchas raíces. A veces tenemos prejuicios por ignorancia. No conocemos el asunto, ni tampoco queremos saber. Simplemente lo condenamos. Otras veces tenemos prejuicios porque fuimos educados así; las tradiciones ocupan el primer lugar. Incluso podemos ver una nueva luz, pero tenemos miedo porque fuimos educados de otra manera.

A veces, el prejuicio nace del orgullo. Consideramos que nuestras opiniones son superiores a las de los demás, y no estamos dispuestos a ceder ni un milímetro. Finalmente, podemos ser víctimas del prejuicio porque no salimos del círculo de amigos, autores y personas que piensan igual a nosotros.

¿Cuál es el gran remedio contra el prejuicio? Felipe le dijo a Natanael: "Ven y ve". Investiga por ti mismo. Analiza y emite tu juicio a partir de esa investigación y no a partir de lo que pensabas con anterioridad.

Muchas veces he encontrado en mi camino a personas con prejuicios. He dialogado con ellas. A veces son personas frías, calculadoras, que tratan de ridiculizar, como ese locutor de radio que me entrevistó en su programa y trató durante treinta minutos de llevarme al ridículo. La entrevista terminó y él había hecho preguntas que no estaban en el script; había sido, en cierto modo, deshonesto conmigo, pero con una sonrisa "inocente" me dijo: "Disculpe, nosotros los periodistas somos así, es nuestro trabajo".

Los miré bien fijamente a los ojos y le dije: "Usted no cree en nada de lo que dijo durante su programa. Usted no es feliz, no puede ser feliz sin Cristo. En el fondo de su corazón usted siente un vacío que le duele, y siente eso en su vida familiar, cuando llega la noche y tiene la impresión de que la vida no tiene sentido. ¿Por qué huir de él? El lo ama, usted es lo más lindo que Dios tiene en este mundo; ¿por qué negarlo? ¿Quiere que haga una oración por usted?" Él aceptó, pero en la mitad de la oración salió. Después volvió con los ojos llenos de lágrimas y me dijo: "Disculpe, es muy fuerte para mí. Por favor disculpe, lo siento mucho, de verdad".

"Ven y ve". ¿Estás amarrado a los prejuicios? ¿Condenas lo que no sabes y criticas lo que desconoces? Entonces ven y ve.

Pr. Alejandro Bullón

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