Dejó todo para buscar a los perdidos


Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. S. Lucas 19:10.

La misión de Cristo al venir a este mundo estuvo impregnada de un amor misterioso e incomprensible. A lo largo de la historia muchos guerreros invadieron países extranjeros llevando el horror y la muerte; otros tantos exploradores viajaron largas distancias para descubrir nuevos territorios en busca de la fama y la fortuna; pero Jesús, el Príncipe de los cielos, se hizo siervo y vino a este mundo para buscar lo que se había perdido.

¿Qué se había perdido? ¿Cuánto costaba recuperar lo que se había perdido? ¿No podía crear otra raza, en este o en otro planeta, y sustituir a la raza caída?

Podía, sin duda. Pero el ser humano, con sus dudas e incertidumbres, con sus traumas y complejos, con su egoísmo y orgullo, con su hipocresía y mentira, es el objeto del supremo amor de Cristo.

Jesús no abandonó todo y vino a este mundo para buscar una raza que tuviera algún valor intrínseco. Nuestro valor es inestimable, pero viene de afuera, de lo que significamos para Dios, del amor con que nos ve, de la confianza que deposita en nuestras posibilidades futuras. Es su amor lo que hace de nosotros, piedras rústicas, joyas raras y de valor inestimable.

Mientras dirijo campañas evangelizadoras, soy buscado constantemente por personas que dicen: "Soy muy pecador, Jesús no podrá aceptarme. Tengo una historia escabrosa; no hay manera de que Jesús pueda hacer algo por mí".

El versículo de hoy está lleno de esperanza para estas personas: "El Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido". Es por los pecadores que Jesús vino a este mundo.

Se cuenta la historia de Francisco, un pobre alcohólico, desempleado y arruinado por la bebida. Cierta noche su esposa entró en el bar donde estaba bebiendo con sus amigos y colocó un plato envuelto en el centro de la mesa, mientras decía: "Querido, me parece que no tienes tiempo para ir a cenar a casa, entonces decidí traerte la cena". Todo el mundo rió. Cuando su esposa salió, él pidió a los amigos que se aproximaran y compartieran lo que su esposa había preparado, pero al abrir el paquete encontraron un plato vacío con un cartón escrito: "Mi amor, espero que te guste tu cena; es todo lo que yo y los hijos tenemos esta noche en casa". Esa actitud de la esposa fue usada por Dios para alcanzar el corazón de Francisco. Ese fue el comienzo de todo. Finalmente, fue encontrado por Jesús; hoy es un cristiano.

Pr. Alejandro Bullón

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