¿Por qué o para qué ?


¡Clamo a ti, pero no me escuchas! ¡Me presento, pero no me atiendes! Job 30:20.

Hay muchas cosas en la vida que parecen no tener explicación. Entonces miramos al cielo y clamamos: "Señor, ¿por qué?" Y la respuesta parece no llegar de ningún lado, quizá porque la pregunta correcta no debería ser por qué, sino para qué.

La experiencia de Jair, que en cierta ocasión se enfermó y tuvo que pasar varios días en el hospital, es una buena ilustración que muestra el propósito que tiene Dios detrás de todo lo que acontece.

Acostado en el lecho del hospital, muchas veces se preguntó: "Señor, ¿por qué?" La respuesta no llegaba, pero en compensación pusieron un compañero en su habitación, y Jair tuvo la oportunidad de hablarle de Jesús y darle estudios bíblicos, mientras permanecía hospitalizado.

El tiempo pasó. La pregunta hecha un día en el hospital parecía no haber tenido nunca respuesta, pero doce años después al visitar la iglesia de Paulo Afonso, en el estado brasileño de Espíritu Santo, encontró a toda una familia convertida al evangelio por el trabajo de un joven llamado Edinaldo. Edinaldo era el compañero de habitación a quien Jair había dado estudios bíblicos, mientras se preguntaba, inútilmente: "Señor, ¿por qué?"

El tiempo trajo la respuesta y la respuesta fue: "No voy a explicarte el porqué, pero voy a decirte para qué. Tú enfermaste para que yo pudiera alcanzar por tu intermedio el corazón de Edinaldo, y a través de la vida de él, alcanzar a toda esa gran familia".

"¡Clamo a ti, pero no me escuchas!", dice Job en el versículo de hoy. ¡Cuántas veces en la vida decimos las mismas palabras! Los seres humanos queremos respuestas inmediatas. En la hora de la desesperación acusamos a Dios de ser injusto con nosotros. "Él tiene tiempo para todo el mundo, menos para mí", pensamos, permitiendo muchas veces que crezca una rebelión en nuestro corazón.

Si pudiéramos ver el fin desde el comienzo, sin duda dirigiríamos nuestra vida como Dios está permitiendo que se desarrolle, porque entenderíamos que detrás de todo momento difícil no existe sólo un por qué, sino un para qué.

El sufrimiento humano tiene siempre un sentido de ser. Cuando Jesús sufría la agonía de la cruz, no fue animado con una explicación teológica sobre su sufrimiento, sino con el propósito de su sacrificio. Estaba muriendo para salvar al hombre, y eso ennoblecía cada gota de sangre que derramaba. ¿Estás pasando por el valle de sombras? No intentes entender el por qué. Pídele a Dios que te dé fuerzas para no desanimarte, sabiendo que por detrás de todo existe un propósito que el tiempo explicará.

Pr. Alejandro Bullón

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