¡DALE VALOR A LO QUE TIENES!


No conviene al necio el deleite; ¡cuánto menos al siervo ser señor de los príncipes Prov. 19:10.

El texto de hoy muestra las dificultades del insensato para valorizar lo que tiene. Si tiene abundancia, no la sabe aprovechar. Desperdicia, gasta mal y en poco tiempo descubre que no le queda nada. Es como el esclavo que se transforma de repente en príncipe. ¿Cómo gobernar, si nunca se preparó para eso?

El otro día, la Policía Federal detuvo a un joven de solo 18 años, que estaba haciendo una pasantía en un sector del Instituto de Previsión Social. El muchacho había creado un sistema por el cual retiraba centavos de cada jubilado, sin que nadie lo supiera. La suma total era fabulosa e iba a parar a su bolsillo.

Nunca hubieran descubierto al joven delincuente si él no hubiera comenzado a andar, de un día para otro, con ropas de marca, autos importados, despilfarrando dinero con los amigos y viviendo un ritmo de vida incompatible con los 600 pesos de su salario mensual.

El versículo de hoy describe a este inteligente pero insensato personaje. El necio no valoriza lo que tiene.

¿Cómo administras tú lo que recibes de las manos de Dios? No me refiero solo a las cosas materiales, sino también a los sentimientos, admiración, amor y respeto que conquistaste. Muchas veces hablo con esposos tristes por haber perdido la familia. Prometen un mundo de comprensión y cariño si la esposa los acepta de vuelta. La mayoría de ellas responde: “Tuvo años para hacer eso y no lo supo aprovechar”.

¿Por qué será que los seres humanos valorizan a las personas después de que las pierden? Tú no ves la importancia de cuidar tu cuerpo, hasta que el médico te dice que tu situación es delicada. No valorizas el momento en que tus hijos son niños, hasta que llega el día en que crecen y ya no quieren jugar contigo.

Haz de este día un día de valorización de las pequeñas o grandes bendiciones que recibiste de Dios. Valoriza a las personas. Sé agradecido por todo. No olvides hoy que “no conviene al necio el deleite", ¡cuánto menos al siervo ser señor de los príncipes!”

Pr. Alejandro Bullón

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