EXTIENDE TU MANO


No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo. Prov. 3:27.

La teoría de la sabiduría es el conocimiento, y la práctica acertada del conocimiento es la sabiduría. ¿Esto quiere decir que el ser humano que quiere vivir sabiamente, necesita "entender" que hacer el bien es parte de su propio bienestar? ¡No! Necesita más. Entender no es extender la mano.

Entender es solamente la teoría. Extender es la práctica. La sabiduría combina la teoría y la práctica de una manera admirable.

Todos los días, en cualquier esquina, está en nuestra mano hacer el bien. Las oportunidades no faltan. No es necesario salir a buscarlas. Están en nuestro camino, esperándonos con la mano extendida. No son solamente los que piden limosna o los chicos de la calle. Son corazones heridos, vidas destruidas, gente desesperada, esperando una palabra de consuelo, una sonrisa o apenas un leve toque en el hombro. Es gente hambrienta de amor.

El otro día, mientras esperaba el ascensor, vi a la mucama del hotel siendo maltratada por la jefa. Volví a la tarde y me encontré con la joven agredida en el pasillo. Estaba triste. Pensé varias veces antes de hablar. Estaba apurado. Debía bañarme, cambiarme de ropa rápidamente porque me estaban esperando en la recepción. Estaba en mí poder hacer el bien, y lo hice. Mirando a sus ojos, le dije: "Usted vale más de lo que piensa y de lo que los demás piensan. No permita que las palabras dichas en un momento de ira le quiten la paz de su corazón. Mañana será un nuevo día".

A la anoche, cuando volví a mi cuarto, encontré una nota que había sido colocada debajo de la puerta. "Muchas gracias, no sabe cuánto me ayudaron sus palabras".

Fue animador para ella y gratificante para mí. Anima a los demás, ofréceles más que una simple moneda, dales una porción de tu corazón. Cuesta poco y hace mucho bien.

Si hoy te toca pasar por un momento difícil, no tomes eso como argumento para no extender la mano. Siempre hay alguien más necesitado que tú. Es una ley de la vida, por tanto: "No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerla".

Pr. Alejandro Bullón

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