Contemplaremos su gloria (video-Reflexión)



Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. Juan 17:24.
Son muchos los que, espaciándose en teorías, han perdido de vista el poder vivo del ejemplo del Salvador. Han perdido de vista a Cristo como el que obra humilde y abnegadamente. Necesitan contemplar a Jesús. Día tras día necesitamos una nueva revelación de su presencia.
A todos los que le reciben les da facultad de ser hechos hijos de Dios.—El Ministerio de Curación, 363.
Al ir discerniendo la perfección del carácter de nuestro Salvador, desearemos ser transformados y renovados completamente a la semejanza de su pureza. Mientras más conozcamos de Dios, más alto será el ideal de nuestro carácter, y más vehemente nuestro anhelo de reflejar su imagen. El elemento divino se combina con el humano cuando el alma se eleva en busca de Dios.
A medida que uno se familiariza con la historia del Redentor, descubre en sí mismo serios defectos,... comprende las miras y el espíritu de su amado Maestro. “Mirando a Jesús, el Autor y consumador de nuestra fe”, nos transformamos a su misma imagen. No imitamos la vida de Jesús al mirar lejos de él; sino hablar de él, al vivir en su perfección, al tratar de refinar el gusto y elevar el carácter, al procurar acercarnos al Modelo perfecto por medio de la fe y el amor, y el esfuerzo decidido y perseverante. Al conocer a Cristo, su Palabra, sus hábitos y sus lecciones, nos apropiamos de las virtudes manifestadas en el carácter que hemos estudiado tan profundamente, y nos imbuimos del espíritu que tanto hemos admirado. Jesús llega a ser para nosotros “señalado entre diez mil”, “todo él codiciable”.—The Review and Herald, 15 de marzo de 1887.
Este texto viene del libro Hijos e Hijas de Dios, escrito por Elena G. de White. Para obtener más de sus libros, visite EGWWritings.org.

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