Cisternas rotas


Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mi, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen el agua. Jeremías 2:13.

La tragedia del hombre desde el jardín del Edén siempre fue la misma: apartar los ojos de Jesús y confiar en sus propios recursos. "Separados de mí, nada podéis hacer", dice Jesús (S. Juan 15:5). Pero, a lo largo de la historia el hombre ha insistido en vivir apartado de la fuente de la vida, sustituyendo al verdadero Dios por dioses huecos.

En los tiempos del profeta Jeremías, el pueblo de Israel había abandonado a Dios, el manantial de aguas vivas, y trataba de cavar cisternas rotas que no retenían el agua.

¿Qué es una cisterna rota ? En esas regiones la gente construía cisternas para almacenar el agua para la época de sequía. A veces, cuando la gente necesitaba agua, descubría que por descuido en la construcción del revestimiento, el pozo estaba vacío. Eran pozos enormes, que recibían un revestimiento para impedir que el agua se fuera. ¿Dónde estaba toda el agua depositada en ese pozo? Se había escurrido por las grietas del revestimiento.

En el versículo de hoy, Dios expresa su tristeza por la insensatez de su pueblo. "Dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, Fuente de Agua Viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen el agua".

Un cristianismo sin Cristo, un cristianismo que usa el nombre de Cristo, pero que vive preocupado sólo con las cosas exteriores, no pasa de ser una cisterna rota. Tú vas a él pensando encontrar agua, pero sólo encuentras sequedad, desesperación y muerte.

Jesús es el único manantial de aguas vivas, y quienes desean ser cada día más semejantes a él, no cometen la imprudencia de confiar en las cisternas construidas por sus propias manos, ni en su reputación como buenos miembros de iglesia. No, ellos van al manantial de aguas vivas, se bañan diariamente en esas aguas, calman la sed del alma en la pureza de esas aguas. No permiten que nada los aparte de ese manantial, y el resultado de esa experiencia es una vida de obediencia auténtica, un carácter que cada día refleja más y más el carácter de Jesús.

El versículo de hoy expresa también la profunda tristeza que Dios sintió en el jardín cuando Adán y Eva se escondieron de su presencia. En esa tarde trágica el corazón de Dios se afligió, no por causa de un fruto comido, sino porque los hijos amados no confiaban en él. No estaban cerca de él. Habían quebrado su relación con él al construir cisternas rotas separadas del manantial de aguas vivas.

¿Por qué no hacer de hoy un día de comunión con el manantial de aguas vivas? Delante de ti está una jornada llena de desafíos y expectativas, pero cuídate y no trates de construir cisternas rotas; deposita tu confianza en Jesús y, al atardecer, retorna victorioso a tu casa.

Pr. Alejandro Bullón

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