COMPARTIENDO SU BOCADO
Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y Para tu hijo. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: la harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra. (1 Rey. 17: 13, 14).
Esa mujer no era Israelita. Nunca había gozado de los privilegios y bendiciones que había disfrutado el pueblo escogido por Dios, pero creía en el verdadero Dios, y había andado en toda la luz que resplandecía en su sobre su senda. De modo que cuando no hubo seguridad para Elías en la tierra de Israel, Dios le envió a aquella mujer para que hallase asilo en su casa . . .
En ese hogar azotado por la pobreza, el hambre apremiaba; y la escasa pitanza parecía a punto de agotarse. la llegada de Elías en el mismo día en que la viuda temía verse obligada a renunciar a la lucha para sustentar su vida, probó hasta lo sumo la fe de ella en el poder del Dios viviente para proveerle lo que necesitaba. Pero aun en su extrema necesidad, reveló su fe
cumpliendo la petición del forastero que solicitaba compartir con ella su último bocado. . .
No podría haberse exigido mayor prueba de fe. Hasta entonces la viuda había tratado a todos los forasteros con bondad y generosidad. En ese momento, sin tener en cuenta los sufrimientos que pudiesen resultar para ella y su hijo, y confiando en que el Dios de Israel supliría todas sus necesidades, dio esta prueba suprema de hospitalidad. . .La viuda de Sarepta compartió su poco alimento con Elías; y en pago, fue preservada su vida y la de su hijo. Y a todos los que, en tiempo de prueba y escasez, dan simpatía y ayuda a otros más menesterosos. Dios ha prometido una gran bendición (Profetas y Reyes, págs. 94-96).
El Dios que cuidó de Elías en tiempo de hambre, no pasará por alto a ninguno de sus hijos abnegados. El que ha contado los cabellos de sus cabezas, lo cuidará, y en los días de hambre serán saciados. Mientras los inicuos perezcan a su alrededor por falta de pan, su pan y su agua estarán seguros (Testimonies, tomo 1, págs. 173, 174).
E. G. White
Esa mujer no era Israelita. Nunca había gozado de los privilegios y bendiciones que había disfrutado el pueblo escogido por Dios, pero creía en el verdadero Dios, y había andado en toda la luz que resplandecía en su sobre su senda. De modo que cuando no hubo seguridad para Elías en la tierra de Israel, Dios le envió a aquella mujer para que hallase asilo en su casa . . .
En ese hogar azotado por la pobreza, el hambre apremiaba; y la escasa pitanza parecía a punto de agotarse. la llegada de Elías en el mismo día en que la viuda temía verse obligada a renunciar a la lucha para sustentar su vida, probó hasta lo sumo la fe de ella en el poder del Dios viviente para proveerle lo que necesitaba. Pero aun en su extrema necesidad, reveló su fe
cumpliendo la petición del forastero que solicitaba compartir con ella su último bocado. . .
No podría haberse exigido mayor prueba de fe. Hasta entonces la viuda había tratado a todos los forasteros con bondad y generosidad. En ese momento, sin tener en cuenta los sufrimientos que pudiesen resultar para ella y su hijo, y confiando en que el Dios de Israel supliría todas sus necesidades, dio esta prueba suprema de hospitalidad. . .La viuda de Sarepta compartió su poco alimento con Elías; y en pago, fue preservada su vida y la de su hijo. Y a todos los que, en tiempo de prueba y escasez, dan simpatía y ayuda a otros más menesterosos. Dios ha prometido una gran bendición (Profetas y Reyes, págs. 94-96).
El Dios que cuidó de Elías en tiempo de hambre, no pasará por alto a ninguno de sus hijos abnegados. El que ha contado los cabellos de sus cabezas, lo cuidará, y en los días de hambre serán saciados. Mientras los inicuos perezcan a su alrededor por falta de pan, su pan y su agua estarán seguros (Testimonies, tomo 1, págs. 173, 174).
E. G. White
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