LÁMPARA Y LUZ

Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te instruyen, Prov. 6:23.

Cristina, una joven portuguesa me preguntaba cómo era posible que un Dios de amor y libertad pudiera tener enseñanzas tan estrechas y prohibitivas. "No combina —decía ella—, algo está equivocado en la Biblia". Pero el error no está en la Biblia y sí en el concepto errado que tenemos de los consejos divinos.

Salomón habla hoy de tres cosas. El mandamiento, la instrucción y las reprensiones. Al mandamiento y la enseñanza los compara con la lámpara y la luz. Ambas sirven para romper el poder de las tinieblas. Este es un poder destructivo, porque en medio de la oscuridad tú no ves el camino, y no tienes condiciones de llegar a tu destino. En medio de las sombras tú no andas con rapidez, avanzas despacio, con dificultad, y cuando te das cuenta, ya estás realegado a un segundo plano. Cuando no hay luz, tú no distingues ni las formas ni los colores. Creyendo que estás escogiendo lo verde, puedes estar tomando lo rojo. En medio de la oscuridad, tú caminas sin saber, en el rumbo de la propia muerte.

El ser humano necesita de la luz y de la lámpara. Sin ellas, no hay cómo atravesar la oscuridad de este mundo y llegar con éxito a donde deseas. Necesitas luz para saber cuál es el camino verdadero. Los mandamientos y las instrucciones divinas son esa luz. Su propósito no es cercenar la libertad, sino iluminarte el camino.

Las reprensiones, a su vez, tienen como propósito despertarte cuando estás adormecido, traerte de vuelta al camino de la vida cuando te estás acercando peligrosamente a la muerte.

Piensa, por ejemplo, en la última derrota que tú sufriste. Trata de descubrir la causa. ¿Habría acontecido todo aquello si hubieras prestado atención a las instrucciones divinas? La vida está llena de leyes y principios. El respeto a esas leyes es garantía de bienestar. Menospreciarlas es testarudez e imprudencia. El precio siempre es alto.

Antes de comenzar las actividades de este nuevo día, mira a tu alrededor. Comienza por ti mismo y por tus amados. ¿Qué ajustes deben hacerse? ¿Qué pasos necesitan darse para conservar la armonía de las relaciones gratificantes? Ten en cuenta a Dios, "porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te instruyen".

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