LA DENSA TRAMA DEL PECADO

"Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí.. Vive Jehová que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa" (2 Rey. 5: 20).

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Rara vez un pecado se manifestará solo o en la gama de la transgresión se restringirá sólo a un precepto o una prohibición de la ley moral. Siempre hay alguna complicación en la conducta desobediente que conduce a la conciencia pervertida a una complejidad mayor al aventurarse más y más en las tentaciones y pecados...

El corazón que no se entrega por completo al control de Jesucristo le abre una puerta a Satanás y el archiengañador teje toda clase de ingeniosas justificaciones para que aquél se entregue a los ocultos propósitos de la maldad. Dios ve todos estos engaños y justificativos que son como una tela de araña a los ojos de Uno que nunca duerme. Con cuánta facilidad el alma humana elabora pobres excusas con el fin de engañar y de encubrir el curso de maldad que prosigue. Hay un juez justo que pesa las acciones. Uno que no será engañado, ni puede ser burlado. Algún día el Señor ha de descubrir lo encubierto, ha de revelar la conciencia y ha de disipar como nube todas estas excusas.

El Señor tiene un testigo de cada transacción. Eliseo reprendió a Giezi cuando éste le negó haber seguido a Naamán. "¿De dónde vienes, Giezi?" Y él respondió: "Tu siervo no ha ido a ninguna parte". Entonces vino la severa reprensión, prueba de que el profeta lo sabía todo: "¿No estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? Por tanto la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre". El Señor había revelado todo el asunto. La entrevista con Naamán, los detalles de la escena, le fueron presentados con precisión. ¡Oh, cuán engañadoras son las obras de los poderes de las tinieblas!

Eliseo le dio a conocer a Giezi los pensamientos de su corazón y su deseo de enriquecerse con los tesoros terrenales de Naamán. He aquí un hombre que debía ser un portaestandarte en el ejército del Señor, pero a causa de las tentaciones de Satanás su curso de acción fue una piedra de tropiezo para Naamán, en cuya mente una luz maravillosa se había encendido, y se encontraba favorablemente dispuesto hacia la verdad y el servicio a Dios. Y así Giezi quedó leproso. El Señor te invita a buscar su consejo, a ser sincero con tu alma y con Dios y a que te esfuerces denodadamente para desprenderte, junto con los tuyos, de las trampas de Satanás (Carta 22, 1893).

E. G. White

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