NO HAGAS NINGÚN MOVIMIENTO PRECIPITADO
"Es necesario que os apacigüéis y que nada hagáis precipitadamente" (Hech. 19: 36).
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Que se vea a Cristo en todo lo que ustedes hacen. Que todos vean que son epístolas vivientes de Jesucristo... Que sus vidas conquisten los corazones de todos los que se ponen en contacto con ustedes. Ha habido algunos que, al hablar a las personas, parecieran incursionar en las iglesias. Agrian las mentes con su actitud de censura. Pero, queremos que nuestros corazones sean suavizados por el amor de Jesús. Eso está en el plan de Dios. Si la verdad no se plantea de una forma amena y aceptable, será desagradable al gusto de muchos. Puesto que debemos presentar la verdad en contraste con el error, se lo debiera hacer de una manera que despierte el menor prejuicio posible...
Mientras no violemos el sábado, algo que un poder despótico nos impelirá a hacer, seremos sabios en Cristo, tendremos la sabiduría de Cristo, y no la nuestra. Un cristiano consistente, sólido y amable es un poderoso argumento en favor de la verdad. No debiéramos pronunciar palabra alguna que lastime, pues esto sería dañino; pero cuando hablamos y actuamos en forma arrogante y ponemos en peligro la causa de Dios, llevamos a cabo una labor cruel pues le damos ventaja a Satanás. No debiéramos ser precipitados e impetuosos, sino siempre debemos aprender de Jesús a fin de determinar cómo podemos actuar bajo el poder de su Espíritu, exponiendo la verdad tal cual es en Jesús...
Cada uno debe ser cuidadoso y no debe descender del terreno de Dios al de Satanás. Muchos reformadores del pasado han hecho esto. Lutero enfrentó grandes problemas por causa de estos elementos. Hubo quienes precipitadamente salieron de su lugar y sin haber sido enviados por Dios avanzaron en la realización de una obra inaceptable guiada por impulso. Corrieron delante de Cristo y provocaron la ira del diablo. En su celo importuno y desorientado, cerraron la puerta a la utilidad que pudieran haber prestado muchas almas que hubiesen realizado una buena obra en favor del Maestro...
Hay quienes, por causa de sus movimientos apresurados e imprudentes, traicionarán la causa de Dios en favor del poder del enemigo. Habrá quienes buscarán vengarse, quienes se volverán apóstatas y traicionarán a Cristo en la persona de sus santos. Todos debemos aprender discreción y se corre el peligro, por otro lado, de ser conservadores y darle al enemigo ciertas concesiones. Hermanos y hermanas, para la gloria y el honor de Dios, debemos ser muy cautos en estos asuntos... Los dos ejércitos han de estar en posiciones separadas y distintas y esta distinción ha de ser tan marcada que aquellos que se convenzan de la verdad, se colocarán del lado de los que guardan los mandamientos de Dios (Manuscrito 6,1889).
E. G. White
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Mientras no violemos el sábado, algo que un poder despótico nos impelirá a hacer, seremos sabios en Cristo, tendremos la sabiduría de Cristo, y no la nuestra. Un cristiano consistente, sólido y amable es un poderoso argumento en favor de la verdad. No debiéramos pronunciar palabra alguna que lastime, pues esto sería dañino; pero cuando hablamos y actuamos en forma arrogante y ponemos en peligro la causa de Dios, llevamos a cabo una labor cruel pues le damos ventaja a Satanás. No debiéramos ser precipitados e impetuosos, sino siempre debemos aprender de Jesús a fin de determinar cómo podemos actuar bajo el poder de su Espíritu, exponiendo la verdad tal cual es en Jesús...
Cada uno debe ser cuidadoso y no debe descender del terreno de Dios al de Satanás. Muchos reformadores del pasado han hecho esto. Lutero enfrentó grandes problemas por causa de estos elementos. Hubo quienes precipitadamente salieron de su lugar y sin haber sido enviados por Dios avanzaron en la realización de una obra inaceptable guiada por impulso. Corrieron delante de Cristo y provocaron la ira del diablo. En su celo importuno y desorientado, cerraron la puerta a la utilidad que pudieran haber prestado muchas almas que hubiesen realizado una buena obra en favor del Maestro...
Hay quienes, por causa de sus movimientos apresurados e imprudentes, traicionarán la causa de Dios en favor del poder del enemigo. Habrá quienes buscarán vengarse, quienes se volverán apóstatas y traicionarán a Cristo en la persona de sus santos. Todos debemos aprender discreción y se corre el peligro, por otro lado, de ser conservadores y darle al enemigo ciertas concesiones. Hermanos y hermanas, para la gloria y el honor de Dios, debemos ser muy cautos en estos asuntos... Los dos ejércitos han de estar en posiciones separadas y distintas y esta distinción ha de ser tan marcada que aquellos que se convenzan de la verdad, se colocarán del lado de los que guardan los mandamientos de Dios (Manuscrito 6,1889).
E. G. White
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