TIEMPO PARA LA MEDITACIÓN
En la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Sal. 1:2.
Vuestro último pensamiento de la noche, y vuestro primer pensamiento de la mañana, debieran dirigirse a Aquel en quien se centra vuestra esperanza de vida eterna.
Pareciera que muchos rehúyen los momentos pasados en meditación, en la búsqueda de las Escrituras y en la oración, como si el tiempo empleado de esa manera fuera perdido. Yo quisiera que todos vosotros vierais estas cosas a la luz en que Dios quiere que las veáis, porque entonces le daríais la primera importancia al reino de los cielos... Así como el ejercicio aumenta el apetito y vigoriza y le da salud al cuerpo, también los ejercicios devocionales aumentarán la gracia y el vigor espiritual. Los afectos debieran centrarse en Dios. Contemplad su grandeza, su misericordia y excelencia. Dejad que su bondad, su amor y perfección de carácter cautiven vuestro corazón. Conversad acerca de sus encantos divinos y de las mansiones celestiales que él está preparando para los fieles. Aquel cuya conversación se refiere al cielo es un cristiano de provecho para quienes le rodean. Sus palabras son útiles y refrescantes. Ejercen un poder transformador sobre quienes las escuchan, y ablandarán y subyugarán el alma.
Hay una constante necesidad de comunión privada con Dios. Debemos apropiarnos del Espíritu de Cristo, si queremos impartirlo a otros. No podemos hacer frente a las agencias humanas y satánicas combinadas, a menos que pasemos mucho tiempo de comunión con la Fuente de todo poder. Debiéramos tener algún momento para alejarnos de los sonidos, de los quehaceres terrenos y de las voces humanas, y escuchar la voz de Jesús en algún lugar apartado. Así podemos probar su amor y ser imbuidos de su Espíritu. Así aprenderemos a crucificar el yo. Esta conducta puede parecer imposible para la mente humana. Podéis decir: "No tengo tiempo". Pero cuando consideráis el asunto tal como es, no perdéis tiempo, porque cuando os aseguráis el poder y la gracia que provienen de Dios, vosotros no cumplís esta tarea. Jesús es el verdadero obrero. "Separados de mi , - dice Cristo- nada podéis hacer" (Juan 15:5)... La reflexión y la oración ferviente inspirarán a un santo esfuerzo.
E. G. W.
Vuestro último pensamiento de la noche, y vuestro primer pensamiento de la mañana, debieran dirigirse a Aquel en quien se centra vuestra esperanza de vida eterna.
Pareciera que muchos rehúyen los momentos pasados en meditación, en la búsqueda de las Escrituras y en la oración, como si el tiempo empleado de esa manera fuera perdido. Yo quisiera que todos vosotros vierais estas cosas a la luz en que Dios quiere que las veáis, porque entonces le daríais la primera importancia al reino de los cielos... Así como el ejercicio aumenta el apetito y vigoriza y le da salud al cuerpo, también los ejercicios devocionales aumentarán la gracia y el vigor espiritual. Los afectos debieran centrarse en Dios. Contemplad su grandeza, su misericordia y excelencia. Dejad que su bondad, su amor y perfección de carácter cautiven vuestro corazón. Conversad acerca de sus encantos divinos y de las mansiones celestiales que él está preparando para los fieles. Aquel cuya conversación se refiere al cielo es un cristiano de provecho para quienes le rodean. Sus palabras son útiles y refrescantes. Ejercen un poder transformador sobre quienes las escuchan, y ablandarán y subyugarán el alma.
Hay una constante necesidad de comunión privada con Dios. Debemos apropiarnos del Espíritu de Cristo, si queremos impartirlo a otros. No podemos hacer frente a las agencias humanas y satánicas combinadas, a menos que pasemos mucho tiempo de comunión con la Fuente de todo poder. Debiéramos tener algún momento para alejarnos de los sonidos, de los quehaceres terrenos y de las voces humanas, y escuchar la voz de Jesús en algún lugar apartado. Así podemos probar su amor y ser imbuidos de su Espíritu. Así aprenderemos a crucificar el yo. Esta conducta puede parecer imposible para la mente humana. Podéis decir: "No tengo tiempo". Pero cuando consideráis el asunto tal como es, no perdéis tiempo, porque cuando os aseguráis el poder y la gracia que provienen de Dios, vosotros no cumplís esta tarea. Jesús es el verdadero obrero. "Separados de mi , - dice Cristo- nada podéis hacer" (Juan 15:5)... La reflexión y la oración ferviente inspirarán a un santo esfuerzo.
E. G. W.
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