LAGRIMAS Y CONFLICTOS

Sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos. (Hech. 20: 19.)

Desde los días de Adán hasta los nuestros, el gran enemigo ha ejercitado su poder, oprimiendo y destruyendo. Se está preparando actualmente para su última campaña contra la iglesia.

Para disfrazar mejor su carácter y encubrir sus verdaderos propósitos, se ha hecho representar de modo que no despierte emociones más poderosas que las del ridículo y del desprecio. Le gusta que lo pinten deforme o repugnante, mitad animal mitad hombre.

Si Satanás fue tan astuto en el principio, ¿cómo será ahora, después de adquirir la experiencia de muchos miles de años? No obstante, Dios y los santos ángeles, y todos los que viven en obediencia a toda la voluntad de Dios, son más sabios que él.

Todos los que están activamente empeñados en la obra de Dios, tratando de desenmascarar los engaños del enemigo y de presentar a Cristo ante el mundo, podrán unirse al testimonio de San Pablo cuando habla de servir al Señor con toda humildad y con lágrimas y tentaciones... El tentador no tiene el poder de gobernar la voluntad o de obligar al alma a pecar. Puede angustiar, pero no contaminar. Puede causar agonía pero no corrupción.

Satanás no puede leer nuestros pensamientos, pero puede ver nuestras acciones, oír nuestras palabras; y por su antiguo conocimiento de la familia humana, da a sus tentaciones la forma necesaria para sacar partido de los puntos débiles de nuestro carácter. Y con cuánta frecuencia le hacemos saber el secreto de cómo obtener mejor la victoria sobre nosotros. ¡Ojalá pudiéramos dominar nuestras palabras y acciones!

Satanás asaltó a Cristo con sus tentaciones más fieras y sutiles; pero fue rechazado en cada conflicto. Esas batallas se pelearon a favor nuestro; esas victorias hacen posible que nosotros venzamos. Cristo le dará fuerza a todos los que la busquen.

E. G. W.

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