LA IRA QUE NO ES PECADO

Temblad y no pequéis; meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad Sal 4:4

El apóstol Pablo cita este texto de la siguiente manera: “Airaos, pero no pequéis”.* ¿Puedes tú comer sin mover la boca, correr sin agitarte, o dormir sin cerrar los ojos? ¡No! ¿Cómo entonces es posible airarse sin pecar? La ira en sí, ¿no es por sí misma un acto pecaminoso?

El verbo hebreo ragaz, que en el texto de hoy fue traducido como ira, indica conmoción. Puede ser física o psíquica, pero afecta a toda la estructura humana. El verbo jatá que en este salmo es traducido como pecar, significa literalmente “no dar en el blanco”. Quiere decir que cada vez que la ira se posesiona de nuestro ser, lo queramos o no, “erramos el blanco”. No llegamos a donde queríamos llegar y, la mayoría de las veces, llegamos a donde no queríamos llegar.

En la semana en que escribo esta meditación, el Brasil vio horrorizado por televisión la escena brutal del asesinato cometido por un juez, por el simple hecho de que el guarda del supermercado no lo dejó entrar porque había llegado la hora de cerrar el establecimiento. Aquel juez nunca pensó cometer semejante crimen, pero en la hora de la ira hubo una conmoción interior que lo llevó a tal locura. Por eso, el consejo divino es: Cuando la ira aparezca, si estáis afectados física o psíquicamente, “meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad”. Nada mejor para el problema de la ira que esperar al día siguiente.

Toma una decisión hoy. Ante las adversidades de la vida, cuando las cosas no salgan como tú quisieras que saliesen, en circunstancias en que tú sientes que vas a perder el control, deja las cosas como están y respira hondo, Retírate, si es posible. Tómate un tiempo, “consulta tu corazón en la almohada”, dama a Dios y después, más sosegado, tú verás las cosas desde otro punto de vista y encontrarás la salida más sabia y equilibrada.

Tira, pero da en el blanco. No te golpees, no te lastimes, ni lastimes al prójimo. No abras heridas en el corazón de las personas que tú amas y que están a tu alrededor. Mide tus palabras. Medita en las consecuencias de actos impulsivos. Tú no puedes evitar sentir lo que estás sintiendo. Eso es natural, pues tú eres un ser humano. Cuando alguien te contradice, cuando hace algo indebido contra ti, o te ataca, es natural que eso altere todo tu ser, pero sigue el consejo divino: “Temblad, y no pequéis; meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad”.

* Efe. 4:26.

Pr. Alejandro Bullón

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