CORRECCIÓN E INSTRUCCIÓN

Bienaventurado el hombre a quien tú, JAH, corriges, y en tu ley lo instruyes. Sal 94:12.

¿Tú quieres ser feliz? La felicidad abarca todas las áreas de la vida. No es tan solo un estado del espíritu. Es una experiencia real. Tú puedes ser feliz siempre. Cada minuto, cada día, cada año, a pesar de las circunstancias v a despecho de las dificultades. La felicidad no está determinada por factores externos, sean positivos o negativos.

El salmista explica en el versículo de hoy, que la felicidad está subordinada a la reprensión y relacionada con la enseñanza. Nadie aprende sin reprensión. Sin aprendizaje no hay felicidad. La felicidad no es algo que se alcanza en un segundo. Es un largo camino de aprendizaje que incluye el descubrimiento, renuncia v, muchas veces, el sacrificio.

Es una pena que, desde la entrada del pecado, el mejor instrumento de instrucción parece ser el dolor. El niño aprende que el fuego quema cuando siente el dolor, el muchacho aprende que correr desenfrenadamente es peligroso cuando se cae y se golpea la cabeza.

Un día ese muchachito crece y cuando sería factible pensar que aprendió la lección, descubre que dentro de sí existe una naturaleza que, a pesar de conocer el camino de la felicidad, se resiste a andar por él.

Dios usa la reprensión para abrir los ojos de la criatura rebelde, y traerla de nuevo al camino. Hay personas que solo dejan que Jesús las encuentre cuando, exhaustos, no tienen otra alternativa.

¿Cuál es el propósito de la reprensión? El salmista responde en el versículo 13: "Para hacerle descansar en los días de aflicción". Esto me recuerda las veces que tuve que decirle "No" a mis hijos, para librarlos del dolor y de las frustraciones.

¿Estás pasando hoy por un momento difícil? Antes de lamentarte o creer que Dios te abandonó, por qué no haces un balance de tu vida? ¿Por qué no tratas de descubrir la causa? Si algo no está saliendo conforme a tus planes, ¿por qué no pensar que Dios está preparando otros planes mayores y mejores que los tuyos?

Deposita tu confianza en Dios, aunque tengas todos los motivos del mundo para "desconfiar", porque, "Bienaventurado el hombre a quien tú, JAH, corriges, y en tu ley lo instruyes".

Pr. Alejandro Bullón

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