¡ELIGE LA VERDAD!

La palabra veraz es para siempre, la lengua mentirosa sólo para un momento. Prov. 12:19 (Straubinger).

La señora, una dueña de casa, entró en la carnicería y pidió un pollo de 2 kilos. El carnicero sacó el último pollo que le quedaba, y dijo:

-Este es el último pollo que me queda, pero lamentablemente solo pesa un kilo novecientos. Pienso que cien gramos no hacen mucha diferencia, verdad?

-¡Qué pena! -respondió la dueña de casa. Quiero preparar una receta especial y el pollo tiene que pesar exactamente 2 kilos, tendré que ira otra carnicería.

-¡No, no! --la interrumpió el carnicero. Ahora me acordé que tengo un pollo más en la otra heladera, espere solo un minuto.

Llevó el pollo para adentro y volvió con el mismo pollo. Lo colocó en la balanza y con viveza, dijo:

-Aquí está, exactamente 2 kilos.

-Muchas gracias -dijo la señora. ¡Estoy tan agradecida que decidí llevar los dos pollos!

La mentira no llega muy lejos. Da la impresión que resuelve el problema, pero como una "curita" colocada sobre una herida purulenta, más temprano o más tarde, la verdad se revela como un huracán que arrasa todo lo que la mentira construyó.

Hay mentiras que inventamos para los otros, y hay mentiras que fabricamos para nosotros mismos. Ambas son hermanas siamesas. Acabamos creyendo en nuestras propias mentiras. Somos víctimas de nuestras palabras. Nadie nos clava el puñal por las espaldas. Somos nosotros mismos los que lo clavamos en nuestro propio pecho.

La boca habla lo que el corazón vive. La palabra expresa lo que la mente siente. Si la mentira es como la tela de araña que va envolviendo a la pobre víctima hasta sofocarla, entonces la mente y el corazón del mentiroso son una tela de confusión donde la penumbra reina. El mentiroso no sabe si es de día o de noche, si va o no va bien, si vive o si muere.

Cuando el ser humano abre el corazón a Jesús, el Salvador ilumina los rincones más oscuros del alma. Llega entonces la transparencia y la vida renace, el corazón brilla y los ojos se incendian con la luz de la autenticidad.

No huyas de Jesús. Huir de él es huir de la verdad y perderse en la oscuridad s en las tinieblas de la mentira. Haz de este día un día de reencuentro con Jesús, con la verdad y con la justicia. Comienza a iluminar tu casa, tu colegio, tu trabajo o por dondequiera que vayas hoy, porque: "La palabra veraz es para siempre, la lengua mentirosa sólo para un momento".

Pr. Alejandro Bullón

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