LOS CRISTIANOS SON AGENTES DE DIOS
"A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche" (Isa. 55: 1).
Antes de revestir el Señor su divinidad de humanidad y venir a nuestro mundo, el mensaje evangélico fue dado por Noé, Enoc, Set y Matusalén. Lot llevó el mensaje a Sodoma, y toda una estirpe de mensajeros proclamó a Aquel que había de venir. Pero en este tiempo el mensaje se debiera proclamar por doquier..
El banquete está servido. La última invitación debe ir a toda nación, hasta el mismo fin del mundo. Esta es nuestra obra. Los mensajeros deben llamar ahora con un sentido más especial: "Oíd atentamente". El mensaje debe ser emitido por labios humanos. El Señor mismo vino a este mundo a proclamar el mensaje. Decid que Cristo vino en forma humana, que su humanidad debía tocar la humanidad y que su divinidad debía aferrarse a la divinidad. Sus servidores deben estar unidos. "Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois huerto de Dios, edificio de Dios sois". Una gran obra se hará si los obreros del Señor permiten que el Espíritu Santo trabaje en ellos. "Fuérzalos a entrar", es el mensaje que reciben los mensajeros, "para que se llene mi casa". El Señor quiere que seamos fervientes. Si nos consagramos por completo a Dios, el Espíritu Santo trabajará con nosotros.
Ustedes que dicen ser cristianos, consideren la condición actual de nuestro mundo. ¿Han despertado a la realidad y visto cómo la bondad y el amor de un Dios bondadoso han sido tratados con desdén y rechazo? Siendo seres humanos finitos y caídos, necesitados de perdón y de paz, son invitados a venir. El Señor Jesús, el gran Maestro, es quien invita, aunque con frecuencia se confronta con frívolas excusas o hay quienes se vuelven con burla y desdén. Todos los que quieran pueden venir y responder a la generosa invitación. ¿Por qué hay quienes no pueden ver la importancia de aceptar el llamamiento y estar en paz con Dios?
El diablo no ha muerto. Está trabajando con todas sus atractivas tentaciones con el fin de persuadir a muchos para que cierren sus oídos y no oigan, y así miles que debieran estar dando este mensaje de prueba al mundo, han sepultado sus talentos en la tierra. No han utilizado sus facultades con el fin de guiar a las almas hasta la mesa que está servida. ¡Siervos holgazanes e infieles! El Señor los llamará a rendir cuentas. Pero agradecemos a Dios porque se han escuchado algunas voces fieles; porque hay quienes han sentido su responsabilidad y laboran con denuedo para impulsarlos a venir (Carta 89, 1898).
E. G. White
Antes de revestir el Señor su divinidad de humanidad y venir a nuestro mundo, el mensaje evangélico fue dado por Noé, Enoc, Set y Matusalén. Lot llevó el mensaje a Sodoma, y toda una estirpe de mensajeros proclamó a Aquel que había de venir. Pero en este tiempo el mensaje se debiera proclamar por doquier..
El banquete está servido. La última invitación debe ir a toda nación, hasta el mismo fin del mundo. Esta es nuestra obra. Los mensajeros deben llamar ahora con un sentido más especial: "Oíd atentamente". El mensaje debe ser emitido por labios humanos. El Señor mismo vino a este mundo a proclamar el mensaje. Decid que Cristo vino en forma humana, que su humanidad debía tocar la humanidad y que su divinidad debía aferrarse a la divinidad. Sus servidores deben estar unidos. "Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois huerto de Dios, edificio de Dios sois". Una gran obra se hará si los obreros del Señor permiten que el Espíritu Santo trabaje en ellos. "Fuérzalos a entrar", es el mensaje que reciben los mensajeros, "para que se llene mi casa". El Señor quiere que seamos fervientes. Si nos consagramos por completo a Dios, el Espíritu Santo trabajará con nosotros.
Ustedes que dicen ser cristianos, consideren la condición actual de nuestro mundo. ¿Han despertado a la realidad y visto cómo la bondad y el amor de un Dios bondadoso han sido tratados con desdén y rechazo? Siendo seres humanos finitos y caídos, necesitados de perdón y de paz, son invitados a venir. El Señor Jesús, el gran Maestro, es quien invita, aunque con frecuencia se confronta con frívolas excusas o hay quienes se vuelven con burla y desdén. Todos los que quieran pueden venir y responder a la generosa invitación. ¿Por qué hay quienes no pueden ver la importancia de aceptar el llamamiento y estar en paz con Dios?
El diablo no ha muerto. Está trabajando con todas sus atractivas tentaciones con el fin de persuadir a muchos para que cierren sus oídos y no oigan, y así miles que debieran estar dando este mensaje de prueba al mundo, han sepultado sus talentos en la tierra. No han utilizado sus facultades con el fin de guiar a las almas hasta la mesa que está servida. ¡Siervos holgazanes e infieles! El Señor los llamará a rendir cuentas. Pero agradecemos a Dios porque se han escuchado algunas voces fieles; porque hay quienes han sentido su responsabilidad y laboran con denuedo para impulsarlos a venir (Carta 89, 1898).
E. G. White
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