CONFÍA EN EL SEÑOR

Fíate de, Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Prov. 3:5.

Vivimos dentro de un mundo de engaño y mentira. La propaganda comercial promete maravillas con letras enormes, y esconde la verdad con letras pequeñas. Hay gente cuyo instrumento de trabajo es la viveza, usada para explotar la confianza de los demás. El fraude es parte de los negocios. Se cobra lo máximo y se entrega lo mínimo. Se disfraza y se esconde la verdad. Se pinta lo que es viejo, y se vende como si fuera nuevo.

Ante este cuadro, no es extraño pensar que "todo el mundo miente". La confianza es un producto en extinción y para mucha gente, se hace difícil aceptar la existencia de Dios como verdad, viviendo en una cultura fraudulenta.

No obstante, el consejo de Salomón es: "Confía en el Señor". Esto es una invitación a la convivencia con Dios. Porque para que tú te fíes de alguien, necesitas primero conocerlo, y para conocer a una persona es necesario convivir con ella.

¿Cómo se convive con Dios? Dedicando todos los días tiempo para cultivar el compañerismo con él a través de la oración y del estudio de la Biblia. Es necesario tener disciplina para hacer eso, porque la naturaleza humana no gusta del compañerismo con Dios. El ser humano se siente independiente, se deleita en tomar sus propias decisiones y en "apoyarse en su propia prudencia". "Yo creo", "yo pienso,', 'a mí me parece'... son expresiones frecuentes de la naturaleza humana. Por tanto, dedicar un momento diario para consultar a Dios requiere esfuerzo. Tú sabes que nada en esta vida se consigue sin esfuerzo.

Cuanto más cultives el compañerismo diario con Jesús, tanto más aprenderás a confiar en él. Permite que él forme parte de tus decisiones v acciones. El resultado será una vida de alegría, satisfacciones y paz, aun en medio de las pruebas y de las dificultades.

Si tú estás leyendo esta meditación antes de comenzar el día, ya es un buen punto de partida para sentir que Jesús estará a tu lado a lo largo de esta nueva jornada. Confía en el Señor. El nunca falla. Los cielos y la tierra pueden pasar. Las palabras y las promesas humanas pueden ir y venir, pero las promesas divinas permanecen para siempre, por tanto: "Fíate de Jehová de iodo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.

Pr. Alejandro Bullón

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