UNA PROVECHOSA QUEMAZÓN
Y muchos de los que habían creído venían, confesando y dando cuenta de sus hechos. Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos. (Hech. 19: 18, 19).
Al quemar estos libros de magia, los conversos efesios mostraron que ahora aborrecían las cosas en las cuales se habían deleitado una vez. Era por la magia como habían ofendido especialmente a Dios y puesto en peligro sus almas; y contra la magia manifestaron tal indignación. . .
Reteniendo estos libros, los discípulos se hubieran expuesto a la tentación; vendiéndolos, hubieran colocado la tentación en el camino de otros. Habían renunciado al reino de las tinieblas; y para destruir su poder, no vacilaron ante ningún sacrificio. Así la verdad triunfó sobre los prejuicios de los hombres, y también sobre su amor al dinero. . . La influencia que tuvo [ese acto] fue más extensa de lo que aun Pablo comprendía. Desde Efeso las nuevas se extendieron ampliamente, y se dio un poderoso impulso a la causa de Cristo. Mucho después que el apóstol mismo hubo terminado su carrera, estas escenas vivían en la memoria de los hombres, y eran el medio de ganar conversos para el Evangelio.
Algunas personas alientan la creencia de que las supersticiones paganas han desaparecido ante la civilización del siglo veinte. Pero la Palabra de Dios y el duro testimonio de los hechos declaran que se practica la hechicería en nuestro tiempo tan seguramente como en los días de los magos de la antigüedad. El antiguo sistema de la magia es, en realidad, el mismo que ahora se conoce con el nombre de espiritismo moderno. Satanás halla acceso a miles de mentes presentándose bajo el disfraz de amigos desaparecidos. . .
Los magos de los tiempos paganos tienen su contraparte en los mediums espiritistas, los clarividentes y los adivinos de hoy día. . . Si se descorriera el velo ante nuestros ojos, podríamos ver a los ángeles malignos empleando todas sus artes para engañar y destruir. Dondequiera se ejerce una influencia para inducir a los hombres a olvidar a Dios, está Satanás ejerciendo su poder hechicero. . . El pueblo actual de Dios debería prestar atención a la amonestación del apóstol a la iglesia de Efeso: "No comuniquéis con las obras infructuosas de las tinieblas; sino antes bien redargüidlas" (Los Hechos de los Apóstoles, págs. 234, 235).
E. G. White
Al quemar estos libros de magia, los conversos efesios mostraron que ahora aborrecían las cosas en las cuales se habían deleitado una vez. Era por la magia como habían ofendido especialmente a Dios y puesto en peligro sus almas; y contra la magia manifestaron tal indignación. . .
Reteniendo estos libros, los discípulos se hubieran expuesto a la tentación; vendiéndolos, hubieran colocado la tentación en el camino de otros. Habían renunciado al reino de las tinieblas; y para destruir su poder, no vacilaron ante ningún sacrificio. Así la verdad triunfó sobre los prejuicios de los hombres, y también sobre su amor al dinero. . . La influencia que tuvo [ese acto] fue más extensa de lo que aun Pablo comprendía. Desde Efeso las nuevas se extendieron ampliamente, y se dio un poderoso impulso a la causa de Cristo. Mucho después que el apóstol mismo hubo terminado su carrera, estas escenas vivían en la memoria de los hombres, y eran el medio de ganar conversos para el Evangelio.
Algunas personas alientan la creencia de que las supersticiones paganas han desaparecido ante la civilización del siglo veinte. Pero la Palabra de Dios y el duro testimonio de los hechos declaran que se practica la hechicería en nuestro tiempo tan seguramente como en los días de los magos de la antigüedad. El antiguo sistema de la magia es, en realidad, el mismo que ahora se conoce con el nombre de espiritismo moderno. Satanás halla acceso a miles de mentes presentándose bajo el disfraz de amigos desaparecidos. . .
Los magos de los tiempos paganos tienen su contraparte en los mediums espiritistas, los clarividentes y los adivinos de hoy día. . . Si se descorriera el velo ante nuestros ojos, podríamos ver a los ángeles malignos empleando todas sus artes para engañar y destruir. Dondequiera se ejerce una influencia para inducir a los hombres a olvidar a Dios, está Satanás ejerciendo su poder hechicero. . . El pueblo actual de Dios debería prestar atención a la amonestación del apóstol a la iglesia de Efeso: "No comuniquéis con las obras infructuosas de las tinieblas; sino antes bien redargüidlas" (Los Hechos de los Apóstoles, págs. 234, 235).
E. G. White
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