EL VICIO NO TRIUNFA SOBRE LA VIRTUD
"Y tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel. Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel" (Gén. 39: 20, 21).
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Dondequiera seas asignado debes ser fortalecido por un principio firme. Entra en la vida decidido a que con el favor divino siempre te has de adherir a todo lo que sea honesto, puro, amable y de buen nombre. El temor de Dios, unido al amor a lo noble, puro y elevado, ha de guardarte de cometer una acción deshonesta... Cuánto gozo y satisfacción te brindará durante toda la vida el recuerdo de que aunque expuesto a muchas y fieras tentaciones, tus manos no han sido manchadas por la deshonestidad y tu corazón está libre de apetecer la tentación...
¡Qué lección hay para todo joven en la historia de José! Mantuvo su integridad moral bajo la presión de enormes tentaciones. ¡Cuán despiadado y seductor fue el asedio que padeció su virtud! Viniendo de tal fuente y en tal forma, lo más probable era que corrompiera a una mente juvenil. Los principios religiosos que poseía salvaron a José y lo condujeron, oportunamente y con firmeza, a resistir aquella estratagema satánica. Y la tentadora, derrotada en su objetivo, perversamente intentó arruinar al joven cuyas virtudes no pudo corromper y acusó a José del mismo crimen que no había cometido... Dios hizo que el arresto de este fiel joven llegara a ser un medio para su exaltación. De no haber sido por este malvado acto de la mujer de Potífar, José nunca habría llegado a ser el primer ministro de Egipto.
Aunque el vicio parecía triunfar mientras era la virtud pisoteada en el polvo, José no empeoró su condición manifestando descontento. Su religión era genuina... Dios le estaba enseñando lecciones muy valiosas. Lo estaba preparando así para una posición de confianza, honor y gran utilidad. José aprendió a gobernar aprendiendo antes a obedecer. Se humilló así mismo y el Señor lo exaltó. La religión de la Biblia jamás degrada al receptor; al contrario, eleva y ennoblece a todo aquel que acepta y obedece sus enseñanzas. El temor de Dios es la mejor defensa de la juventud. Con este escudo podrán cruzar los escenarios más corruptos y permanecer impolutos.
Querido hijo [Edson] mío, no intentes ubicarte por encima de una vida cristiana de humildad. Permite que el carácter de José sea tu carácter, y que su fuerza para resistir la tentación, sea la tuya. Tus esfuerzos alcanzarán el éxito si te vales de la fuerza del Señor. Jesús será tu ayudador. Que la bendición de Jesús siempre esté contigo es la oración de tu madre (Manuscrito 20, 1868).
E. G. White
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¡Qué lección hay para todo joven en la historia de José! Mantuvo su integridad moral bajo la presión de enormes tentaciones. ¡Cuán despiadado y seductor fue el asedio que padeció su virtud! Viniendo de tal fuente y en tal forma, lo más probable era que corrompiera a una mente juvenil. Los principios religiosos que poseía salvaron a José y lo condujeron, oportunamente y con firmeza, a resistir aquella estratagema satánica. Y la tentadora, derrotada en su objetivo, perversamente intentó arruinar al joven cuyas virtudes no pudo corromper y acusó a José del mismo crimen que no había cometido... Dios hizo que el arresto de este fiel joven llegara a ser un medio para su exaltación. De no haber sido por este malvado acto de la mujer de Potífar, José nunca habría llegado a ser el primer ministro de Egipto.
Aunque el vicio parecía triunfar mientras era la virtud pisoteada en el polvo, José no empeoró su condición manifestando descontento. Su religión era genuina... Dios le estaba enseñando lecciones muy valiosas. Lo estaba preparando así para una posición de confianza, honor y gran utilidad. José aprendió a gobernar aprendiendo antes a obedecer. Se humilló así mismo y el Señor lo exaltó. La religión de la Biblia jamás degrada al receptor; al contrario, eleva y ennoblece a todo aquel que acepta y obedece sus enseñanzas. El temor de Dios es la mejor defensa de la juventud. Con este escudo podrán cruzar los escenarios más corruptos y permanecer impolutos.
Querido hijo [Edson] mío, no intentes ubicarte por encima de una vida cristiana de humildad. Permite que el carácter de José sea tu carácter, y que su fuerza para resistir la tentación, sea la tuya. Tus esfuerzos alcanzarán el éxito si te vales de la fuerza del Señor. Jesús será tu ayudador. Que la bendición de Jesús siempre esté contigo es la oración de tu madre (Manuscrito 20, 1868).
E. G. White
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