¿Está mi nombre allá?

“Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro”. Mateo28:1

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Se avecina un acontecimiento portentoso que abarcará el mundo entero, y no habrá ser humano que participe de una manera u otra. La venida del Señor será parte de la historia de todos los eres humanos que hayan vivido en la tierra. Para algunos, será. el comienzo del fin de su historia, porque mil años después de este bendito acontecimiento, Dios pondrá fin a todos los que no hayan aceptado la gracia de Cristo. Para los otros, será el principio de una historia que no tendrá fin, porque vivirán para siempre con su Señor.

La resurrección de Cristo es el acontecimiento más grande en la historia humana después de la crucifixión. Curiosamente no disponemos de una lista completa en un solo lugar que enumere a quienes realizaron el gran descubrimiento de primera mano. Hay que leer los cuatro Evangelios para conocer a todos los que allí estuvieron. El texto de hoy parece indicar que solamente participaron dos mujeres, pero en realidad otro evangelista nos da a entender que hubo por lo menos cinco: “Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles” (Luc. 24:10).

El hecho que no se mencionen todas en el relato de Mateo parece indicar que lo más importante es que estuvieron allí, no tanto que sus nombres fueran mencionados. La que siempre se destaca en este contexto es María Magdalena, a quien el Señor había librado de los demonios tiempo atrás y que fue la primera que vio al Señor después de la resurrección.

Hay una lista en la que sí es importante tener el nombre inscrito, y más importante aún es estar allí cuando se pase lista. Llegará un momento, pronto, en el que se presentarán muchos nombres ante el Señor. “,Se halla mi nombre allá? ¿Se halla mi nombre allá? En el libro del reino, ¿se halla mi nombre allá?” Este debiera ser el anhelo de cada hijo de Dios. ¡Qué dicha estar allí cuando nuestro nombre sea mencionado! ¡Qué felicidad inmensa será poder decir: “Presente, Señor. Por tu gracia estoy aquí”! Demos gracias al Señor por su fidelidad y por haber hecho todo lo necesario para que podamos estar allí y responder “cuando allá se pase lista'

Israel Leito

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