SE COMIENZA EN EL HOGAR
Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. (Luc. 1: 6.)
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Al establecer una relación con Cristo, el hombre renovado no hace sino volver a la relación con Dios que ya se le había señalado... Su primer deber es hacia sus hijos y sus parientes más cercanos. Nada Puede excusarle por descuidar el círculo de sus más allegados para atender el círculo externo más amplio. En el día del ajuste final de cuentas... se les preguntará a los padres y a las madres qué hicieron para asegurar la salvación de las almas de los que ellos se hicieron responsables trayéndolos al mundo. ¿Descuidaron sus corderos dejándolos al amparo de extraños?... Una gran cantidad de bien realizado en favor de otros no cancelará la deuda que tenéis ante Dios de cuidar a vuestros hijos. El bienestar espiritual de su familia está en primer lugar.
En entrenar correctamente y moldear las mentes de sus hijos, se les ha confiado a las madres la misión más importante dada alguna vez a los mortales.
Siempre que cumplamos con el deber que tenemos más a mano, Dios nos bendecirá y escuchará nuestras oraciones. Hay demasiadas personas que realizan obra misionera fuera del hogar, mientras que en su propia casa no se hace nada en ese sentido, y como consecuencia de ese descuido, su hogar va a la ruina... El primer trabajo misionero consiste en cuidar de que el amor, la luz y el gozo reinen en el hogar. No tratemos de realizar alguna gran campaña en favor de la temperancia, o alguna gran empresa misionera, antes de cumplir con los deberes hacia nuestro hogar. Cada mañana debiéramos pensar: ¿Qué acto bondadoso puedo realizar hoy? ¿Qué palabra tierna puedo pronunciar? Las palabras bondadosas en la intimidad del hogar se asemejan a los rayos del sol. El esposo necesita de ellas, como también las necesitan la esposa y los niños... Cada corazón debiera aspirar a conseguir que exista aquí abajo tanto del cielo como sea posible.
Un alma salvada en su propio círculo familiar o en su propio vecindario, gracias a su labor paciente y esmerada, traerá tanto honor al nombre de Dios, y brillará tanto en su corona, como si hubiese encontrado esa alma en la China o la India.
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En entrenar correctamente y moldear las mentes de sus hijos, se les ha confiado a las madres la misión más importante dada alguna vez a los mortales.
Siempre que cumplamos con el deber que tenemos más a mano, Dios nos bendecirá y escuchará nuestras oraciones. Hay demasiadas personas que realizan obra misionera fuera del hogar, mientras que en su propia casa no se hace nada en ese sentido, y como consecuencia de ese descuido, su hogar va a la ruina... El primer trabajo misionero consiste en cuidar de que el amor, la luz y el gozo reinen en el hogar. No tratemos de realizar alguna gran campaña en favor de la temperancia, o alguna gran empresa misionera, antes de cumplir con los deberes hacia nuestro hogar. Cada mañana debiéramos pensar: ¿Qué acto bondadoso puedo realizar hoy? ¿Qué palabra tierna puedo pronunciar? Las palabras bondadosas en la intimidad del hogar se asemejan a los rayos del sol. El esposo necesita de ellas, como también las necesitan la esposa y los niños... Cada corazón debiera aspirar a conseguir que exista aquí abajo tanto del cielo como sea posible.
Un alma salvada en su propio círculo familiar o en su propio vecindario, gracias a su labor paciente y esmerada, traerá tanto honor al nombre de Dios, y brillará tanto en su corona, como si hubiese encontrado esa alma en la China o la India.
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