SALVO
Se ha acordado de su misericordia y de su verdad para con la casa de Israel todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios. Sal. 98:3.
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París tiene sus atracciones. Y sus historias. Una de sus atracciones es la catedral de Notre Dame, con su grandiosidad y su famoso campanario. Una de las historias es la de Cuasimodo, un hombrecito de aspecto grotesco que desde su niñez vivía preso en el campanario de esa catedral. Su carcelero Frollo, era un magistrado obcecado que deseaba expulsar a los gitanos de la ciudad, y era el culpable de la muerte de la madre del jorobado. Desde la muerte de la madre, el hombrecito feo vivía preso en el campanario de la catedral, aislado del contacto con el mundo.
Desde que entró el pecado en este mundo, tú y yo, de algún modo, también vivimos condenados a una vida de soledad y desesperación. También tenemos un carcelero listo para destruir nuestros sueños, valores y virtudes. No teníamos futuro, solo un pasado de culpa, pero el Señor “se ha acordado de su misericordia y de su verdad”.
El resultado de esas virtudes divinas es nuestra salvación. Salvación significa libertad. Somos libres otra vez para soñar, para vivir, para volar por el cielo azul infinito de una nueva historia.
Tú no necesitas vivir preso de tus recuerdos pasados. No hay motivo para vivir escondido en los tenebrosos túneles de la culpa. Ábrete como una flor. Amanece como el día, libérate como la mariposa. Vive. En la cruz del Calvario, por la misericordia y por la fidelidad de Dios, el precio de la culpa ya fue pagado y hoy “todos los términos de la tierra” necesitan ver el milagro que ocurrió en tu vida.
La historia dice que un día, cansado de vivir en la soledad, Cuasimodo descendió de la torre y todo el mundo se rió de su aspecto grotesco.
Tu historia, con certeza, tendrá un final diferente, porque cuando tú desciendas del Calvario, donde te has encontrado con Jesús, todos verán el milagro de la transformación.
Da gloria a Dios. Un corazón agradecido es el primer paso en la jornada de un día de victoria. Tú tienes motivos suficientes para agradecer, porque tu Señor “se ha acordado de su misericordia y de su verdad para con la casa de Israel; todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios”.
Pr. Alejandro Bullón
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Desde que entró el pecado en este mundo, tú y yo, de algún modo, también vivimos condenados a una vida de soledad y desesperación. También tenemos un carcelero listo para destruir nuestros sueños, valores y virtudes. No teníamos futuro, solo un pasado de culpa, pero el Señor “se ha acordado de su misericordia y de su verdad”.
El resultado de esas virtudes divinas es nuestra salvación. Salvación significa libertad. Somos libres otra vez para soñar, para vivir, para volar por el cielo azul infinito de una nueva historia.
Tú no necesitas vivir preso de tus recuerdos pasados. No hay motivo para vivir escondido en los tenebrosos túneles de la culpa. Ábrete como una flor. Amanece como el día, libérate como la mariposa. Vive. En la cruz del Calvario, por la misericordia y por la fidelidad de Dios, el precio de la culpa ya fue pagado y hoy “todos los términos de la tierra” necesitan ver el milagro que ocurrió en tu vida.
La historia dice que un día, cansado de vivir en la soledad, Cuasimodo descendió de la torre y todo el mundo se rió de su aspecto grotesco.
Tu historia, con certeza, tendrá un final diferente, porque cuando tú desciendas del Calvario, donde te has encontrado con Jesús, todos verán el milagro de la transformación.
Da gloria a Dios. Un corazón agradecido es el primer paso en la jornada de un día de victoria. Tú tienes motivos suficientes para agradecer, porque tu Señor “se ha acordado de su misericordia y de su verdad para con la casa de Israel; todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios”.
Pr. Alejandro Bullón
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