Su presencia es para siempre
Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado y he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Amén. MATEO 28: 20
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A pesar de que los buenos deseos y las mejores esperanzas están en el ambiente al comenzar el nuevo año, es inevitable que el temor y la incertidumbre aparezcan como fantasmas en nuestras mentes. Se suscitan interrogantes que revelan preocupación y miedo. Surgen preguntas como: ¿Qué me traerá el nuevo año? ¿Recibiré buenas o malas noticias? ¿Seré sorprendido por algún acontecimiento inesperado o desagradable? Los pronósticos de algunos que pretenden conocer el futuro perturban e inquietan nuestro espíritu con sus terribles augurios de guerras, crisis financieras, accidentes aéreos, ataques terroristas, terremotos, violentos huracanes y muchas otras cosas que incrementan el temor.
Al dar el primer paso en el sendero de este año, lo que más anhelamos son buenas noticias. Necesitamos escuchar algunas cosas que nos traigan ánimo y seguridad, algo que nos reanime el espíritu, tranquilice la mente, y nos impulse a avanzar con paso firme en este nuevo año.
Desde hace mucho tiempo aprendí que el único lugar seguro al que acudir en busca de seguridad y buenas nuevas es la Palabra de Dios. Las palabras del Señor siempre son contemporáneas, sin importar los miles de años transcurridos desde que fueron escritas. La palabra de Dios es eterna y se aplica a cada uno de nosotros, en todo tiempo, en cualquier lugar, en cualquier circunstancia.
La promesa de Jesús hecha a sus discípulos antes de retornar a su Padre, «He aquí yo estaré con vosotros todos los días», trae seguridad, fortaleza y tranquilidad al corazón de cada uno de los hijos de Dios. Aunque cada vez que abrimos el periódico o escuchamos las noticias se nos recuerde que este mundo es un lugar peligroso y que no hay ni un sitio seguro humanamente hablando, los hijos de Dios sabemos que sí hay un lugar seguro.
El único lugar seguro está en el centro de la voluntad de Dios, allí donde se reconoce su presencia, donde se acepta su señorío, donde se recuerdan sus palabras: «He aquí yo estoy con vosotros». La presencia de Dios hace de cualquier sitio un lugar seguro, a pesar de los peligros, porque el Señor está siempre en el centro de control y está presente en todas las circunstancias.
Ten ánimo en el Señor durante este día. La presencia de Dios estará contigo cada uno de los trescientos sesenta y cinco días del año, para darte seguridad y paz.
Pr. Juan O. Perla
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Al dar el primer paso en el sendero de este año, lo que más anhelamos son buenas noticias. Necesitamos escuchar algunas cosas que nos traigan ánimo y seguridad, algo que nos reanime el espíritu, tranquilice la mente, y nos impulse a avanzar con paso firme en este nuevo año.
Desde hace mucho tiempo aprendí que el único lugar seguro al que acudir en busca de seguridad y buenas nuevas es la Palabra de Dios. Las palabras del Señor siempre son contemporáneas, sin importar los miles de años transcurridos desde que fueron escritas. La palabra de Dios es eterna y se aplica a cada uno de nosotros, en todo tiempo, en cualquier lugar, en cualquier circunstancia.
La promesa de Jesús hecha a sus discípulos antes de retornar a su Padre, «He aquí yo estaré con vosotros todos los días», trae seguridad, fortaleza y tranquilidad al corazón de cada uno de los hijos de Dios. Aunque cada vez que abrimos el periódico o escuchamos las noticias se nos recuerde que este mundo es un lugar peligroso y que no hay ni un sitio seguro humanamente hablando, los hijos de Dios sabemos que sí hay un lugar seguro.
El único lugar seguro está en el centro de la voluntad de Dios, allí donde se reconoce su presencia, donde se acepta su señorío, donde se recuerdan sus palabras: «He aquí yo estoy con vosotros». La presencia de Dios hace de cualquier sitio un lugar seguro, a pesar de los peligros, porque el Señor está siempre en el centro de control y está presente en todas las circunstancias.
Ten ánimo en el Señor durante este día. La presencia de Dios estará contigo cada uno de los trescientos sesenta y cinco días del año, para darte seguridad y paz.
Pr. Juan O. Perla
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