El compasivo sanador (Reflexión en vídeo y audio)


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Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos. Mateo 14:14.
Jesús, precioso Salvador, nunca parecía cansarse de las impertinencias de las almas enfermas de pecado y de los enfermos de toda suerte de dolencias. “Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos”. Marcos 6:34. Esto significa mucho para los dolientes. El identificó sus intereses con los de ellos. Compartió sus cargas. Sintió sus temores. Tenía una anhelante compasión que era dolor para el corazón de Cristo.
¡Oh, qué amor, qué amor incomparable! Se volvió uno con nosotros para poder participar con la humanidad en todas sus vicisitudes...
¡Redención, oh cuánto implica esta palabra! Todos los que consientan en ser redimidos son elevados y santificados, redimidos por Jesucristo de toda vulgaridad y mundanalidad y se los capacita para cooperar con Dios en la gran obra de la salvación. Jesús aceptó a la humanidad y reveló en su propia vida y carácter lo que el hombre puede ser, aun cuando, en la providencia de Dios, sea colocado en las más pobres circunstancias de la vida. No tenía ni un centavo para pagar el tributo demandado, y obró un milagro para obtener esa pequeña suma.
Jesús, precioso Salvador, no tenía hogar y con frecuencia padecía hambre. No tenía dónde reclinar la cabeza. Con frecuencia estaba cansado. La humanidad es honrada porque Jesús asumió la humanidad para revelar al mundo lo que puede llegar a ser ella. Puede traer a la luz la vida y la inmortalidad, llenar con luz los propósitos más comunes y humildes de la vida. Jesús se inclina sobre nosotros y escudriña nuestro carácter para ver si su propio carácter se refleja en nosotros.—Carta 119, 1893.
Por E.G.White "A Fin de Conocerle", página 45.

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