El secreto de la prosperidad


Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi Casa. Probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, a ver si no os abro las ventanas de los cielos y derramo sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Malaquías 3:10.

¿Es el diezmo una parte de nuestros bienes que devolvemos a Dios? Si pensamos de esa manera, Dios no pasa de ser un cobrador de impuestos o un recaudador celestial. Para quienes aman a Jesús, el diezmo es un pacto entre Dios y el hombre, una alianza de amor y fidelidad.

Cuando Dios creó al ser humano, lo colocó en el jardín del Edén y le dijo: "De todo árbol de huerto podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás" (Génesis 2:16, 17).

En otras palabras: "Yo soy el dueño de todo, pero como sé que necesitas de estas cosas para poder vivir, te las presto. Y como también sé que a medida que el tiempo pase correrás el riesgo de olvidarte de que yo soy el dueño de todo, por eso, para que te acuerdes siempre, vamos a establecer una alianza. Tú puedes usar todo, menos este árbol, porque el día en que toques en él, yo sabré que te estás adueñando de lo que es mío".

Más tarde, cuando, por causa del pecado, Adán y Eva tuvieron que dejar el jardín, Dios sustituyó el árbol por el sagrado diezmo, y hoy dice al ser humano:

"Todo lo que existe es mío. 'Mía es la plata y mío es el oro' (Hageo 2:8).

Pero sé que en este mundo necesitas bienes materiales para poder vivir. Necesitas una casa, ropa, comida, dinero; por tanto, te doy fuerzas para conseguir todo eso. Pero también sé que cuando tengas todo, correrás el riesgo de olvidarte de que yo te presté todo. Entonces, para que nunca olvides que todo es mío, vas a devolverme el sagrado diezmo y vas a probarme en esto. Mientras me devuelvas el diezmo sabré que reconoces que yo soy el dueño, y si llegas a tener dificultades financieras o alguna cosa anda mal, todo lo que tienes que hacer es clamar a mí, porque yo soy el dueño, y como dueño tengo la obligación de resolver tu problema .'Derramaré bendiciones hasta que sobreabunden', 'reprenderé al devorador', 'serás tierra deseable' (ver Malaquías 3:10-12).

"Pero si no me devuelves el diezmo, estarás rechazando el pacto de fidelidad que hicimos. Estarás haciéndote dueño de lo que es mío, y si llegan dificultades tendrás que resolverlas solo, porque te apoderaste de lo mío, sacándome de tu vida voluntariamente".

Por eso, el diezmo es mucho más que la décima parte de los bienes que devolvemos a Dios: es un pacto de fidelidad, una alianza que nos recuerda quién es el dueño. Y si aceptamos que Dios es el dueño de todo lo que tenemos, es también dueño de las dificultades financieras que puedan aparecer, y dueño de la falta de recursos para el sustento; en fin, es dueño de todo, y como tal es el responsable de hacer desaparecer los problemas o damos fuerza e inteligencia para pasar por ellos sin lastimarnos.

Pr. Alejandro Bullón

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