REVIERTE LAS INJUSTICIAS

No envidies al hombre injusto, ni escojas ninguno de sus caminos. Prov. 3:31.

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Andar por la madrileña calle de Atocha fue una experiencia emocionante para mí, porque fue en la imprenta de Juan de la Cuesta , que estaba ubicada en esa calle, donde se imprimió el primer ejemplar de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha , la segunda obra más vendida en el mundo, después de la Biblia.

El autor de esa obra, Miguel de Cervantes Saavedra, había abandonado su vocación juvenil por las letras para servir como soldado, y nadie podría imaginar que un día se convertiría en el mayor escritor de la lengua española.

¿Cómo terminó entonces escribiendo El Quijote? Cervantes se enroló en el ejército del rey de España y durante siete años sirvió en Italia, donde no escatimó esfuerzos para defender la corona de Su Majestad. En 1575, siempre al servicio del Rey, luchó en la batalla de Lepanto, en Grecia, y perdió la movilidad de la mano izquierda, razón por la cual fue conocido después como “el manco de Lepanto”. A pesar de eso, continuó defendiendo al Rey durante otros cuatro años. En ese tiempo, los piratas lo secuestraron y terminó siendo esclavo de los turcos musulmanes en Argel.

Deteriorado por la guerra, regresó a España, gracias al pago millonario de su rescate, y solicitó al Rey un cargo en las colonias de las Américas. En aquellos tiempos, los cargos públicos eran una especie de favores que se daban a las personas conocidas. Como Cervantes no era ni protegido ni tenía dinero, descubrió que era una ingenuidad pensar que por sus méritos en los campos de batalla recibiría algún nombramiento.

A esta altura de su vida, podría haber abrigado en su corazón “envidia de los hombres violentos” y, consecuentemente, podría haberse entregado a una vida de lamentos, amarguras y quejas. Pero no lo hizo. En vez de eso, escribió su famosa obra cumbre, El Quijote, publicada en 1605, y aunque personalmente nunca llegó a las Américas, su libro sí. No solo a América, sino a todo el mundo, en muchísimas lenguas. Yo leí su novela cuando era un muchacho de apenas 13 años.
Tú nunca vas a entender por qué los malos prosperan, pero no tengas envidia de ellos, ni te desanimes por causa “de sus caminos”. Mira hacia delante y en nombre de Jesús revierte las injusticias que te hicieron. Sigue el consejo del sabio: “No envidies al hombre injusto, ni escojas ninguno de sus caminos”.

Pr. Alejandro Bullón

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