Mira al Cordero
Entonces alzó Abraham sus ojos y vio a sus espaldas un carnero trabado por los cuernos en un zarzal; fue Abraham, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Génesis 22:13.
Era el momento fatal. Ya no había esperanza humana de salvación para Isaac. Abraham estaba obedeciendo la orden divina. Había salido de su casa con la esperanza de que Dios cambiase su plan. Cada hora que pasaba, el anciano patriarca esperaba una nueva orden de Dios.
Transcurrieron tres días, y finalmente llegaron al monte del sacrificio. Dios, ¿podía todavía cambiar su orden? Tal vez; pero no sucedió. Allí estaba Isaac sobre el altar de piedra, dispuesto al sacrificio. Finalmente, Abraham levantó el cuchillo, listo para dar el golpe certero que segaría la joven vida de su hijo. Era el hijo de la promesa, el hijo con quien tanto había soñado, el hijo esperado. ¿Cómo podía todo tener un fin tan triste?
Y cuando todo parecía terminado, oyó la voz de Dios que les decía: "No extiendas tu mano sobre el muchacho ni le hagas nada, pues ya sé que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único hijo" (vers. 12). "Entonces alzó Abraham sus ojos y vio a sus espaldas un carnero trabado por los cuernos en un zarzal".
¿Ya te diste cuenta de que en los momentos más dramáticos de la vida humana siempre aparece el Cordero? Adán y Eva estaban vestidos con ridículas hojas de higuera, y un cordero fue sacrificado para que tuvieran vestidos durables. La muerte rondaba las casas de Egipto, y un cordero tuvo que morir para que su sangre identificara las casas que no debían ser tocadas.
Lo que Dios está queriendo decirnos hoy es que la solución para nuestros problemas sólo puede estar en el Cordero. "Abraham... tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo".
Todos nosotros estábamos condenados a muerte, porque todos pecamos, pero Dios nos dio a su Hijo para morir en lugar de nosotros. Cristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. ¿Sientes el frío de una conciencia culpable? Mira al Cordero; su lana puede calentarte.
¿Andas tropezando en medio de la oscuridad de la vida? Mira al Cordero, su grasa podrá proporcionarte el combustible para iluminar las tinieblas.
¿Sientes hambre que el pan no puede satisfacer, y sed que el agua no puede calmar? Mira al Cordero, y recuerda que un día Jesús dijo: "Quien coma mi carne no tendrá hambre; quien beba mi sangre no tendrá sed" (ver S. Juan 6:35).
Si llegaste hasta el punto de pensar que ya no existe solución para tu problema, si estás viviendo hoy el memento más crítico de tu vida, si todo te pare ce oscuro y sin salida, por favor, deja de mirar tus problemas y mira al Cordero. Él podrá abrir la ventana por donde el Sol tornará a entrar en tu vida.
Pr. Alejandro Bullón
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