No puede haber acuerdo con el mal

"Así que, entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó "Juan 19:1

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Las pocas palabras no indican toda la historia. Pilato no tenía interés en flagelar a Jesús, pero la insistencia del pueblo, instigado por los escribas y fariseos, añadida a la debilidad de carácter de Pilato, le hizo claudicar y mandar a flagelar al Salvador del mundo. Parece que pensaba que esto bastaría para zanjar el asunto. Pero ¡qué equivocado estaba! Se comprometió con los acusadores, trató de apaciguarlos, pero no se detuvieron ante nada hasta ver la sangre de Jesús correr. Al ver la primera victoria, la turba se envalentonó para pedir más. La transigencia de Pilato no le sirvió de nada, y abrió la puerta para que el mal llegase más lejos. “Cuando Pilato entregó a Jesús para que fuese azotado y burlado, pensó excitar la compasión de la muchedumbre. Esperaba que ella decidiera que este castigo bastaba. Pensó que aun la malicia de los sacerdotes estaría ahora satisfecha” (DTG 684).

La gran verdad es que no se puede ni se debe transigir con el mal. El pecado nunca queda satisfecho con media victoria, es victoria total o es derrota absoluta y completa. No hay convivencia posible entre el pecado y el bien. El pecador no puede dar medios pasos; no hay componendas; no hay apaciguamiento del mal. El cristiano debe ser siempre consciente de que no puede apaciguar el pecado. Uno debe ser siempre firme y no jugar con el pecado y pensar que puede llegar hasta tal punto y no pasar. Dar a Satanás pequeñas victorias para que lo deje en paz es el error más grande que el cristiano puede cometer. Poco se reconoce que las cosas pequeñas llevan a las derrotas grandes. “Pero el amor verdadero es demasiado puro para cubrir un pecado no confesado... No debemos transigir con el mal” (HAp 441-444).

Como cristianos debemos estar siempre vigilantes para discernir las ocasiones (que son muchas y constantes) en que Satanás está tratando de lograr pequeñas victorias sobre nosotros. Pequeñas victorias que le podemos conceder al tratar de llegar a acuerdos con él. La confianza en Cristo, estar siempre vigilantes y dispuestos a decir “no” al mal o a la sombra del mal, es lo que nos garantiza la victoria final y total. Esto, de hecho, ya ha sucedido. Cristo ya derrotó contundentemente a Satanás. No hay por qué comprar una paz de cobardes. Pilato fracasó en su intento de apaciguamiento, y así sucederá con todos los que se descuiden y entren en negociaciones con el enemigo.

Éxodo 34:1-35:35; Juan 19: -42

Pr. Israel Leito

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