Busquemos la superación (video-Reflexión)
Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia. 1 Corintios 14:12.
Enséñese desde la infancia a la juventud, que no se logra excelencia sin gran esfuerzo. La ambición de alcanzar grandes alturas no tiene importancia. Jóvenes amigos: no se puede alcanzar la cima de la montaña permaneciendo inactivos y con sólo el deseo de estar allá. Podrán conseguir su objetivo haciendo solamente una etapa a la vez, avanzando con lentitud, posiblemente, pero conservando cada etapa alcanzada. Es el que trabaje con energía y perseverancia quien escalará los Alpes. Cada joven debería aprovechar al máximo sus talentos, hasta el límite de las oportunidades presentes. El que lo haga, podrá lograr casi cualquier altura moral e intelectual. Pero debe poseer un espíritu valiente y resuelto. Necesitará cerrar sus oídos a la voz del placer; a menudo tendrá que rehusar las invitaciones de sus compañeros...
Dejen sin cultivar un campo y crecerán en él las espinas y las zarzas. No verán jamás una bella flor o un arbusto escogido emergiendo de las malezas feas y venenosas. Las zarzas inútiles crecerán exuberantes sin dedicación ni cuidado, mientras que las plantas de valor práctico o de adorno requieren cuidadoso cultivo. Con nuestra juventud sucede lo mismo. Si se han de formar hábitos correctos, y se han de establecer principios sanos, hay una obra importante que realizar. Si se desea corregir los hábitos equivocados, se necesitará diligencia y perseverancia para cumplir la tarea... Es mucho más fácil ceder ante las influencias del mal que resistirlas.—The Review and Herald, 13 de septiembre de 1881.
A menos que comprendan la importancia de efectuar esa enmienda esencial del carácter para ser mejores cada día, y capacitarse así para cumplir con las responsabilidades que descansan sobre ellos, se encontrarán junto con los perdidos.—The General Conference Bulletin, 20 de marzo de 1891.
Este texto viene del libro Hijos e Hijas de Dios, escrito por Elena G. de White. Para obtener más de sus libros, visite EGWWritings.org.
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