Vivid sin mácula (video-Reflexión)



Y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios. Apocalipsis 14:5.
El pecado es una cosa aborrecible. Corrompió la belleza moral de un gran número de ángeles. Entró en el mundo, y bien pronto borró la imagen moral de Dios en el hombre. Pero en su gran amor Dios proveyó un camino por el cual el hombre pudiera recuperar la posición de la que ha caído al someterse al tentador. Cristo vino para ponerse a la cabeza de la humanidad, para modelar en nosotros un carácter perfecto... “Mas a todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre”...
¿Qué requiere Dios de su herencia comprada con su sangre? La santificación de todo el ser, pureza como la pureza de Cristo, perfecta conformidad con la voluntad de Dios... En la santa ciudad no podrá entrar nada que hace abominación y mentira...
Nosotros podemos revelar la semejanza de nuestro divino Señor. Podemos conocer la ciencia de la vida espiritual. Podemos honrar a nuestro hacedor...
Muchos se están asiendo de la verdad con, sólo la punta de los dedos. El precioso tiempo que debiera emplearse en hablar del poder del Redentor para salvar, está siendo empleado por muchos en la maledicencia. A menos que cambien decididamente, serán hallados faltos. A menos que en ellos se opere una completa transformación del carácter, no podrán entrar nunca en el cielo... El hombre verdaderamente convertido no siente inclinación a pensar o hablar de las faltas de los demás. Sus labios están santificados, y como testigo de Dios, testificará de la gracia de Cristo que ha transformado su corazón... Solamente entrarán en el cielo aquellos que hayan vencido la tentación de pensar o hablar mal.—The Review and Herald, 24 de noviembre de 1904.
Este texto viene del libro Hijos e Hijas de Dios, escrito por Elena G. de White. Para obtener más de sus libros, visite EGWWritings.org.

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