Un mensaje para los muchachos y las niñas (Reflexión en vídeo y audio)
Venid, hijos, oídme; el temor de Jehová os enseñaré. Salmos 34:11.
Cada niño y joven debiera recordar: “Soy de valor a la vista de Dios; soy comprado con un precio y soy la propiedad de Jesucristo. Como seguidor de Cristo, he de practicar sus virtudes para que pueda representar a mi Salvador”.
Orad mucho. Mientras trabajáis, elevad vuestro corazón a Dios. Cuando hayáis confiado a Dios el cuidado de vuestra alma, no vayáis y procedáis contrariamente a la oración que habéis elevado. Velad tanto como oráis para que no seáis vencidos por la tentación. Resistid la primera inclinación al mal. Orad en vuestro corazón: “Jesús, ayúdame; presérvame del mal”, y haced entonces lo que sabéis que Cristo quiere que hagáis...
Quizá preguntéis, como muchos lo hacen, ¿cómo puedo saber que Jesús me recibe y me ama? ¿Lo sabré por mis sentimientos? No, por la obediencia a su santa Palabra. Apropiaos de las ricas promesas de Dios. Creed su palabra de que Jesús habita en vuestro corazón por fe. Por la fe y confianza en Dios podéis tener su paz y entonces podréis decir: “Sé en quien he creído. Escucharé cada susurro de su Santo Espíritu”.
No hay sino una forma de ganar la victoria. Servid a Dios de todo vuestro corazón porque lo amáis... Plantad los principios de la verdad en vuestra alma y revelad a Cristo en vuestro carácter...
Contemplad a Jesús constantemente si queréis avanzar paso tras paso por el sendero angosto preparado para que caminen por él los elegidos del Señor, diciendo en vuestro corazón: “Busco tu voluntad, oh Dios; sigo tu voluntad; sirvo a tu voluntad; puedo ir adelante e iré adelante bajo tu dirección”.—Carta 96, 1895.
Por E.G.White "A Fin de Conocerle", página 39
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