El Dios de lo imposible

"Volvimos, pues, y subimos camino de Basán. Entonces Og, rey de Basán, nos salió al encuentro con todo su pueble para pelear en Edrei" Deutoronomio 3:1

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La ruta de los israelitas los llevó por varios lugares de grandes peligros, pero tenían la promesa de la victoria sobre todos sus adversarios. Los habitantes de la región por donde transitaban eran un pueblo belicoso, cuya estrategia se basaba en sus ciudades amuralladas y el emplazamiento privilegiado de sus aldeas, perfectamente protegidas por su entorno. Sin contar con provocación alguna, Og, el rey de Basán, confiado en la superioridad de sus tropas, salió a atacar a los hebreos. Hay quien cree que la ira de Og provenía del hecho de que Israel había derrotado al rey Sehón, aliado y amigo personal suyo, y estaba sediento de venganza.

Salió a pelear, pero no consideró que las victorias de Israel no eran suyas, sino del Dios del cielo. Humanamente hablando, era imposible derrotar a Og y tomar Basán, pero Dios, que estaba con los hebreos, intervino nuevamente haciendo que lo imposible se hiciera posible: mandó una plaga de avispas que obligó a los habitantes a salir de sus casas y ciudades, teniendo que pelear así fuera de sus ciudades amuralladas. “Y envié delante de vosotros tábanos, los cuales los arrojaron de delante de vosotros, esto es, a los dos reyes de los amorreos; no con tu espada, ni con tu arco” (Jos. 24:12).

No hay imposibles para Dios cuando su pueblo confía y depende de él. La promesa del Señor a Moisés ante esa aparente imposibilidad es la misma promesa que él nos hace hoy. No conocemos ni la mitad de las posibilidades de nuestro Dios. La confianza en él debiera ayudarnos a hacerle frente a cualquier obstáculo en la vida. La fórmula de confiar en brazo humano es la fórmula para la derrota, pero la de confiar en Dios, a pesar de las aparentes imposibilidades de la vida, es la fórmula del éxito seguro.

Ante tantas maravillas del Señor, no tenemos por qué temer, Aunque aparentemente tarde, siempre cumple. Si la vida nos presenta situaciones imposibles, debemos recordar que nuestro Señor es el Dios que se encarga de lo imposible. No siempre derrumba los muros, como en el caso de Jericó. A veces saca a los habitantes de las ciudades amuralladas para que podamos triunfar. Cristo nos asegura: “Confiad, yo he vencido al mundo'

Israel Leito

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