El perdón es la primera opción
Entonces los fariseos se acercaron a él para probarle, diciendo: «¿Le es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier razón?" Mateo 19: 3
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La pregunta de los fariseos se proponía sondear la enseñanza de Jesús acerca del perdón. Si hay una relación en la que muchas veces hay poca disposición a perdonar ofensas, es en el matrimonio. Se cree que, por la confianza que se desarrolla en el matrimonio, por el amor que se profesa, la herida de una traición es de tal grado que resulta difícil perdonar. Al presentar el asunto del divorcio a Jesús después de que él hablase del perdón incondicional, los fariseos le estaban presentado el peor ejemplo, en el que perdonar parecía imposible y la "venganza" del divorcio rápido parecía perfectamente justificada.
La respuesta de Jesús desarmó el argumento de los fariseos: No hay divorcio "fácil"; no hay ofensa matrimonial lo suficientemente grande que no puede ser perdonada. Ni siquiera en el peor de los casos, cuando hay adulterio, y, por lo tanto, se justifica el divorcio, es esta la única solución. No era un mandato que Jesús dio, sino el último recurso al que se puede recurrir. El primer deber del cristiano es perdonar, hasta en el peor de los casos. Quien puede perdonar una falta en el matrimonio, hasta la traición del adulterio, puede perdonar cualquier otra ofensa.
Esta es la base de la enseñanza de Jesús. Si Dios está dispuesto a perdonar cualquier cosa, ¿por qué nosotros no queremos aprender este principio? Lo que la Biblia denomina pecado imperdonable no es ni más ni menos que el que no se quiere confesar ni abandonar. Por eso, aunque haya ofensa contra uno, hasta la cruel ofensa de la traición matrimonial, si la parte que ofende está dispuesta a dejar el pecado y buscar la reconciliación, la primera responsabilidad del ofendido es pedir gracia al Señor para perdonar. Al defender el matrimonio, Jesús estaba diciendo: «Traten de perdonarse antes de divorciarse». Que el Señor nos ayude con la gracia de poder perdonar, perdonar hasta la cruel ofensa de la traición matrimonial. Solo la gracia de Cristo nos puede ayudar a lograr este grado de aceptación del perdón de Dios para extenderlo a otros.
Pr. Israel Leito
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