ORACIÓN MATINAL

Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré. (Sal. 5: 3)

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La primera aspiración del alma por la mañana debe ser la de acudir a la presencia de Jesús. "Sin mí -dice Cristo- nada podéis hacer". Jesús es lo que necesitamos: su luz, vida y espíritu deben ser nuestros constantemente. Lo necesitamos cada hora. Y por la mañana debemos pedir en oración que tal como el sol ilumina la campiña y llena el mundo de luz, el Sol de justicia brille en los recintos de la mente y el corazón, y nos haga todo luz en el Señor. No podemos vivir un momento sin su presencia. El enemigo sabe cuándo empezamos a hacer a un lado a nuestro Señor, y allí está él, listo para envenenar nuestra mente con sus malvadas sugestiones para que perdamos la firmeza; pero el Señor desea que momento tras momento moremos en él, y así en él seremos plenos...

Dios tiene el propósito de que cada uno de nosotros sea perfecto en él, para que podamos presentar ante el mundo la perfección de su carácter. El quiere que nos libertemos del pecado, que no defraudemos al cielo, que no contristemos a nuestro divino Redentor. Él no desea que profesemos el cristianismo, y que luego no nos apropiemos de la gracia que nos podrá hacer perfectos, para que no seamos hallados faltos.

La oración y la fe harán lo que ningún poder en la tierra podrá hacer. Raramente nos encontramos dos veces en la mismísima situación. Tenemos que atravesar continuamente por nuevas situaciones y pruebas, donde la experiencia pasada no puede ser guía suficiente. Debemos tener la luz continua que viene de Dios. Cristo manda continuamente mensajes a los que escuchan su voz.

Forma parte del plan divino el sernos concedido en respuesta a la oración de fe lo que no nos sería dado de otro modo.

E. G. W.

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