APARTARSE DE LA INTEGRIDAD PUEDE PONER EN PELIGRO EL ALMA


"Y Jehová engrandeció en extremo a Salomón a ojos de todo Israel, y le dio tal gloría en su reino, cual ningún rey la tuvo antes de él en Israel" (1 Crón. 29: 25).

Salomón, quien había hecho el encargo solemne al pueblo en ocasión de la dedicación del templo: "Sea pues perfecto vuestro corazón para con Jehová nuestro Dios", eligió su propio camino y en su corazón se apartó de Dios. Bien podría haberse vinculado estrechamente con Dios para recibir más y más del conocimiento del Señor, pero traicionó esa confianza y se apartó más y más de Dios...

Al contemplar este cuadro, vemos lo que los seres humanos llegan a ser cuando se apartan de Dios. Un primer paso en falso prepara un segundo y un tercero, y cada nuevo paso se toma con mayor facilidad que el anterior. Cuidémonos de no poner en peligro el alma al apartarnos de los principios de integridad. No habrá seguridad alguna alterando las salvaguardias divinas de paz y de justicia.

¿Cometió el Señor un error al poner a Salomón en un cargo de tan gran responsabilidad? No. Dios lo preparó para que asumiera esas responsabilidades y le prometió gracia y fortaleza a condición de que le obedeciera. "Entonces serás prosperado", le dijo David, "si cuidares de poner por obra los estatutos y decretos que Jehová mandó a Moisés para Israel. Esfuérzate, pues, y cobra ánimo; no temas, ni desmayes".

El Señor coloca a los hombres en cargos de responsabilidad, no para que procedan de acuerdo con su propia voluntad, sino conforme a la voluntad divina. Mientras respeten los principios puros del gobierno divino, él los bendecirá y fortalecerá, reconociéndolos como instrumentos suyos. Dios nunca abandona al que es leal a los principios.

Recuerden los que están en posiciones de responsabilidad que nos estamos acercando a los peligros de los últimos días. El Señor está pasando revista al mundo entero... Nadie deje que su guía sea un ser finito y propenso a errores. Dios es quien está detrás de los mortales, Uno de quien todos reciben la sabiduría y el conocimiento que los capacita para hacer el bien. Y Dios está dispuesto a ayudar a cada uno. El Señor no hace acepción de personas.

Todos aquellos a quienes el Señor ha investido con ricos dones han de guardarse no sea que el orgullo y la autosuficiencia obtengan el control. La persona que ejerza mayor influencia, aquella a quien el pueblo esté dispuesto a seguir, necesita estar abierta a las oraciones y admoniciones de otros obreros. Oren para ser guardados del orgullo y de la exaltación propia (Manuscrito 164, 1902).

E. G. White

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