¡PERDÓNAME!

De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; conforme a tu misericordia acuérdate de mi, por tu bondad, oh Jehová. Sal. 25:7.

Esta oración de David forma parte del Salmo 25, cuyo tema principal es la súplica del salmista para que Dios lo guíe por los caminos de esta vida. Pero David sabe que el pecado oculto hace que la dirección divina sea imposible. En cierta ocasión, dijo: "Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado".

Por eso David suplica perdón. El pecado y la culpa destruyen, atan, esclavizan. Querer vencer guardando el mal en el corazón, es como querer navegar sin recoger el ancla.

Hay personas que no ven las raíces espirituales de su vida fracasada. Al hacer un balance de su historia, miran para todos lados, pero no se enfocan en su relación con Dios. Si lo hicieran, descubrirían que el gran problema no es la falta de dinero, ni de oportunidades, ni es la ausencia de un título, un nombre o una posición social. La raíz de todo es el pecado.

La Biblia afirma que el pecado hace separación entre Dios y el hombre. ¿Cómo puede un hombre separado de Dios ser victorioso? ¿Cómo puedes volar, si el pecado te cortó tus alas? ¿Cómo puedes correr si tus pies se hunden en las arenas movedizas?

Por eso el salmista suplica. "De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes", porque aun en la edad madura, continúo corriendo detrás del brillo engañoso. "Conforme a tu misericordia acuérdate de mí, por tu bondad, oh Jehová".

Gracias a Dios que existe la misericordia. ¿Qué sería de ti y de mí si no existiera? Por su misericordia, Dios no nos da lo que merecemos.

Un corazón perdonado es un corazón que tiene paz, y paz es lo que tú precisas para que Dios pueda colocar tus ideas en orden y darte la visión de un nuevo día, de un nuevo camino, y de una nueva oportunidad.

Por eso, dile hoy a Dios: "De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; conforme a tu misericordia acuérdate de mí, por tu bondad, oh Jehová".

Pr. Alejandro Bullón

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