¡PRUEBAS! ¡PRUEBAS!



El crisol para la plata, y la hornaza para el oro; pero Jehová prueba los corazones. Prov. 17:3.

"Elenita descansó". La voz llena de pesar de mi esposa anunció la noticia. Yo conocía a Elenita. Una de las últimas veces que me había acompañado en público fue en el Estadio Beira Río, en Porto Alegre, donde cantó para más de 40 mil personas. Cantaba con el corazón y con la vida, más que con la voz, aunque tenía una voz muy bonita.


Conversé con ella la primera vez cuando acababa de perder a su esposo en un trágico accidente, en el mar. Toda la familia estaba gozando de un día de playa, cuando el esposo cayó en una roca, llevado por una tremenda ola y nadie pudo hacer nada para salvado.

Tenían tres hermosos hijos. Elenita depositó toda su confianza en Dios y encaró el desafío de ser padre y madre para sus hijitos. Poco tiempo después fue sorprendida por otra noticia triste. Los médicos le diagnosticaron cáncer.

"Solo quiero ver a mis hijos crecer", me dijo un día, detrás del palco, mientras nos preparábamos para presentar el mensaje de Dios a una multitud reunida en el Palacio de Cristal, en Curitiba.

Tres veces estuvo al borde de la muerte en los largos años que luchó heroicamente contra la adversidad. Madre extraordinaria, mujer de Dios, aguerrida, valerosa, nunca dejó que el desánimo tomara el control de su corazón, siempre tenía una palabra de ánimo para todas las personas. Cantó en medio del dolor físico. La última vez que me acompañó, la vi sentada, cansada, pero dispuesta a entrar en el palco. Las últimas palabras que me dijo aquel día me emocionaron: "Fue en el dolor de las pruebas donde el Señor me hizo crecer".

Hoy llegó el fin de la prueba. Descansó en Jesús. Cerró los ojos en la bendita esperanza de ver a Jesús volviendo y de cantar en aquel día un cántico nuevo.

Este es el mensaje de hoy. El crisol prueba la plata y el fuego el oro, pero las pruebas de la vida llegan para acrisolar el carácter. Nadie que conoció a Elenita de cerca le oyó jamás decir una palabra de queja. Vivió agradecida a Dios en medio del dolor. Luchó, esperó y dedicó su voz a cantar loores a Jesús hasta el último momento de su vida.

Sal hoy de tu casa inspirado en el testimonio de esta mujer, y recuerda: "el crisol para la plata, y la hornaza para el oro; pero Jehová prueba los corazones".

Pr. Alejandro Bullón

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