EL CAMINO
Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la ley de Jehová. Sal. 119:1.
Extraviarse es una experiencia traumática. Más todavía si tú no sabes que estás extraviado y solo lo descubres cuando ya es demasiado tarde y estás lejos de tu destino. Conocer el camino es indispensable. Por eso se actualizan los mapas y se vende una gran cantidad de brújulas.
El salmista menciona hoy el "camino". Dice que las personas bienaventuradas, felices, son aquellas que encontraron el camino y permanecieron irreprensibles en él.
Existe un camino que conduce a la felicidad. Si lo encontraste, llegarás al puerto deseado. ¿Quién no quiere ser feliz? ¿Por qué no todos alcanzan la felicidad? El texto de hoy afirma que no es suficiente querer. Es necesario encontrar el camino.
Vivimos en un mundo de muchos caminos. De una manera u otra, todos prometen llevarte a la felicidad. Son caminos mentirosos, falsos, ilusorios. Tal vez te lleven al encuentro del placer, del poder, de la fama o de la riqueza, pero eso no es, necesariamente, felicidad.
Un día, los discípulos de Jesús le dijeron: "Señor, muéstranos el camino".
La respuesta del Maestro fue: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida".* Jesús es el único camino que conduce a una vida plena. Esta es la verdad más contundente del universo. Cuando tú abres el corazón a Jesús, abriste el corazón a la felicidad.
Abrir el corazón a Jesús significa andar en su camino. Andando en él aprenderás a abrir el corazón a la vida y a luchar, a vencer y a vivir sin temor a las adversidades de este mundo.
Hay personas que llegan al fin de la vida y descubren con tristeza que siguieron muchos caminos, pero no el Camino.
"Ya no tengo tiempo de volver", me dijo el otro día un hombre de edad avanzada. La buena noticia de hoy es que nunca es tarde para dar media vuelta. Jesús solo necesita un segundo para hacer todo nuevo.
¿Estás cansado de las luchas? ¿Nada parece salirte bien? Recuerda el consejo de hoy: "Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la ley de Jehová".
* Juan 14:6.
Pr. Alejandro Bullón
Comentarios