No por causa de tu justicia

Por tanto, has de saber que Jehová, tu Dios, no te da en posesión esta buena tierra por tu justicia, porque pueblo terco eres tú. Deuteronomio 9:6.

¿Es posible vivir una vida moralmente justa sin tener comunión con Jesús? ¿Es posible ser un buen ciudadano, un buen padre de familia, un buen patrón o un buen empleado, sin tener comunión con Jesús? ¿Es posible vivir sin vicios y no tener comunión con Jesús? La Biblia enseña que sí, pero al mismo tiempo advierte que esas buenas obras de justicia humana son para Dios como "trapos de inmundicia"

¿Cómo sabe alguien si mis obras de justicia son humanas o son frutos de la justicia divina? Desdichadamente nadie puede saberlo. Sólo Dios y yo. Porque sólo Dios y yo sabemos si existe entre nosotros una experiencia de comunión diaria y permanente.

¿Cómo produce Dios sus obras de justicia en la vida de sus hijos? Viviendo en ellos por medio de la presencia del Espíritu Santo, santificando la voluntad humana y usando esa voluntad humana santificada para conseguir la victoria sobre el pecado.

Cualquier obra que el hombre fabrique sin vivir una vida en comunión con Cristo, usando solamente su moralismo y su voluntad humana pecaminosa, es considerada por Dios como una justicia humana. Y "has de saber que Jehová, tu Dios, no te da en posesión esta buena tierra por tu justicia", fue la advertencia dada a Israel.

La salvación no es la recompensa. La salvación es Cristo, y él también es la justicia. Cuando le abrimos el corazón a Jesús y vivimos con él una experiencia de comunión diaria y permanente, y permitimos que habite en nosotros santificando nuestra voluntad, entonces viene y nos trae salvación y justicia. El resultado de esa experiencia es una vida llena de frutos de justicia divina.

Al salir hoy para las actividades diarias, llevemos a Jesús con nosotros. Mantengamos comunión con él mentalmente mientras realizamos nuestros deberes cotidianos. Conservemos un cántico de alabanza a Dios en nuestro corazón, sintamos su presencia y dejemos que el Espíritu Santo use nuestra voluntad para producir en nosotros los deseados frutos de justicia.

Pr. Alejandro Bullón

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