La promesa se cumplirá


Instruye al niño en su camino, y ni aun de viejo se apartará de el. Proverbios 22:6.

El escritor americano Ernest Hemingway relata, en su obra El viejo y el mar, la historia de un anciano pescador de La Habana que, después de pasar 84 días persiguiendo a un pez, decidió internarse en alta mar para hacer un último intento. Después de tres días de alimentarse sólo de pescado seco y beber de una única botella de agua que había llevado, finalmente consiguió atrapar el mayor pez de toda su vida de pescador.

Como no pudo colocar el pez dentro del barquito por causa de su tamaño (no sé si Hemingway era pescador), cuenta el escritor que el viejo amarró el pez a la lancha y comenzó a remolcarlo; pero la sangre atrajo a los tiburones. Entonces el viejo comenzó una lucha feroz contra las fieras del mar, y consiguió matar a algunos de ellos a cuchillazos y golpes de remo, pero cuando llegó a la playa, tristemente se dio cuenta de que los tiburones habían devorado completamente su trofeo de pesca.

Esta historia es muy semejante a la experiencia de muchos padres que, con gran esfuerzo y dedicación, educan a sus hijos en los caminos del Señor, los envían a los colegios cristianos y, cuando llegan los años de la vejez, contemplan con tristeza que los tiburones de esta vida consumieron la vida espiritual de los hijos a quienes ellos habían dedicado todo su cuidado y cariño.

El otro día recibí la carta angustiada de un padre que exponía una situación parecida y preguntaba: "Pastor, tengo la impresión de que hice todo lo posible para salvar a mis hijos, pero, ¿por qué hoy no están en la iglesia? ¿En qué fallé?"

El versículo de hoy nos presenta una gran promesa: "Instruye al niño en su camino, y ni aun de viejo se apartará de él". Si tú, mi querido padre, instruiste a tu hijo cuando era pequeño y hoy, crecido y haciendo uso de la libertad que Dios le dio, él aparentemente olvidó todo, no te desanimes. La promesa de Dios está ahí. Tu hijo no la olvidará. Tarde o temprano la simiente renacerá, incluso cuando tal vez ya descanses en el Señor. En el día de la resurrección tendrás la más linda sorpresa de tu vida. Tu hijo estará allí, con los brazos abiertos, para recibirte al salir del sepulcro.

Pr. Alejandro Bullón

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