Él terminará lo que comenzó
Estando persuadido de esto, el que comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. Filipenses 1:6.
Siempre fui un admirador de ese hombre que dio media vuelta en su vida cuando iba hacia Damasco, persiguiendo a los cristianos. Durante muchos años me preocupó el drama de la vida espiritual que él describía en el capítulo 7 de su carta a los Romanos: "No consigo entender mi procedimiento, porque el bien que quiero hacer no lo hago, y el mal que detesto, eso hago" (ver los versículos 15 al 20). Y en el versículo 24 del mismo capítulo exclamaba desesperado: "¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?"
Muchos teólogos creen que Pablo está hablando de su experiencia antes de la conversión, pero, por lo que sabemos, las personas no convertidas no experimentan esa lucha, porque lo que domina y controla sus vidas es una única naturaleza: la pecaminosa. Para que haya lucha tiene que haber dos naturalezas. El dicho popular dice que cuando uno no quiere, dos no pelean.
Que el apóstol esté hablando de una lucha, demuestra que está hablando de la lucha que experimenta la persona que aceptó a Jesús, incluso después de la conversión. ¿Por qué sucede eso? Porque la naturaleza pecaminosa muerta todavía puede resucitar. Eso depende de la manera como la tratamos. Si después de la conversión continuamos alimentándola, entonces estará en forma y con fuerzas para tratar de controlar la vida nuevamente.
En el versículo de hoy el apóstol Pablo presenta un consejo que debe ser asimilado por quien desea ser cada día más semejante a Jesús. El que comenzó la buena obra, ciertamente la terminará. ¡Qué gran promesa! No puedo olvidar el drama que viví cuando era joven, siendo un pastor. En mis horas de devoción personal contemplaba mi vida y me desesperaba. No aceptaba la idea de que un pastor tuviera ciertos pensamientos o sentimientos. Pero los años pasaron, y no es que hoy me haya acostumbrado a aceptar la mediocridad espiritual, no, pero al ver el pasado noto que Jesús ya sacó muchas cosas malas de mi vida. Entonces miro hacia el futuro y veo que todavía existe mucho que debe ser sacado, pero ya no me desespero. Creo que quien comenzó la obra en mí, ciertamente la terminará. Y tengo paz y confianza en el amor maravilloso de Jesús.
En la prisión Mamertina vi el lugar donde Pablo pasó los últimos días de su vida. Ancianito, solo, preso pero victorioso, escribió: "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe" (2 Timoteo 4:7). En otras palabras: ";Vencí!" Ya no había más desesperación en su vida. Ya no había la angustia de querer hacer el bien sin conseguirlo. Había descubierto el secreto: "Olvidando todo lo que queda atrás, me proyecto adelante" (ver Filipenses 3:13). "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (cap. 4:13), y el resultado final fue la victoria. Esa puede ser también tu realidad, ¡ahora!
Por: Alejandro Bullón.
Por: Alejandro Bullón.
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