¿Quién será contra nosotros?


¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? Romanos 8:31.

De repente, Vanina y Alejandro aparecieron en los titulares de todos los diarios. Un día que parecía rutinario para los dos universitarios, se transformó en la mayor pesadilla. Durante varios días, todo Brasil siguió con atención los noticiarios, anhelando que el secuestro de los estudiantes en la puerta de la facultad tuviese un final feliz. Y lo tuvo. Para alegría de todos, fueron liberados después de pagar el rescate exigido. Luego vinieron las entrevistas y los reportajes. Entre las muchas cosas que se hablaron, me impresionó una frase de Vanina: "Cada vez que pensaba en Dios, me sentía segura".

¿Te diste cuenta de que pensar en Dios y estar unido a él es una necesidad absoluta en el ser humano? La gran tragedia del hombre moderno radica en el hecho de haber perdido la visión correcta de Dios. Y se siente infeliz, porque no puede vivir sin Dios. Tú fuiste creado para permanecer en continuo contacto con tu Creador. Cuando te separas del Creador, comienzas a crear dioses sustitutos. ¿Quieres verlo!

Esconde a Dios de un niño y él adorará el Sol o las estrellas, el viento o las montañas; adorará a sus antepasados, a la mar o a la Luna. Y cuando crezca, con seguridad adorará sus propios sueños e ideales, su arte o su técnica.

Pero, aunque tú adores tu propia voluntad o tu inteligencia, o, desengañado por los dioses místicos, te vuelvas a los sentidos y a los placeres, allá en el fondo de tu alma estarás buscando a tu Creador.

Puedes hacer lo que quieras: negar la existencia de Dios y afirmar que él es fruto de la imaginación de almas débiles que tratan de compensar la falta de coraje para enfrentar la vida; y puedes decir que no pasa de ser la intención de mentes expertas para engañar a los ingenuos. Lo que quieras. Pero allá en el fondo del corazón siempre habrá un vacío extraño que ni el poder o la cultura serán capaces de llenar, y mucho menos el dinero, el placer o la fama.

Lo maravilloso de todo es que Dios no te reclama nada. Él te ama sin importarle lo que piensas acerca de él, sin mirar si tu conducta es buena o mala, sin considerar tus realizaciones o fracasos, sin tener en cuenta tu apariencia o el nombre de tu familia.

En la hora de la pesadilla, Vanina entendió mejor que nadie lo que estás leyendo. En medio de la oscuridad, llena de incertidumbres, ansiedades y temores, sintió a Dios como un amigo que susurraba al oído: "Hija, estoy aquí. No me puedes ver, pero estoy aquí y nada te va a suceder". Ese Dios es tuyo. Sal hoy con él.

Pr. Alejandro Bullón.

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